XI

48 13 3
                                    

¿En qué momento todo había ido tan mal?

Había pasado muy rápido, recordaba haber salido junto a Izuku de los dormitorios aquella mañana fría en búsqueda de Keigo y Katsuki, las tropas que se mostraron fieles ante sus capitanes fueron voluntarios en aquella misión extraña y encubierta que lideraba Shouto. Sin embargo, durante el viaje cuando llegaron a la gran torre, humo fue los que los recibió más una gran cantidad de fieles aprendices que yacían en el suelo desmayados o muertos.

Le había ordenado explícitamente a Touya y Eijiro que no atacaran, mucho menos pusieran en alerta a Tomura, evitar cualquier tipo de enfrentamiento. Lo que veían sus ojos era desolador, jóvenes estudiantes de magia moribundos por lo profundos de sus heridas y otros ya fríos por la falta de sangre debido a los miembros desmembrados.

- Lo sabe -fueron las palabras de Izuku, aunque ya todos sabían la respuesta.

No estaba temeroso, nadie lo estaba. Pero si había inquietud; unos por saber que era con lo que estaban luchando y otros por saber el paradero de ciertas personas.

- No veo a Touya o a Eijiro -mencionó Keigo descendiendo de su caballo junto a los demás.

El fango bajo sus pies levanto el fuerte hedor a sangre y tierra mezclada, los gemidos de auxilio de los sobrevivientes cada vez disminuían a medida que avanzaban hacia la puerta destruida alrededor de la torre.

- Quiero que ustedes se queden y ayuden a los necesitados -ordenó a diez soldados-. Los demás vendrán conmigo.

Al entrar un fuerte peso se alojó sobre sus hombros y cabeza, como si algo los tratara de detener. Katsuki, sin embargo, no se molesto en saber que estaba ocurriendo, él solo avanzó junto a Keigo, seguido de Izuku y finalmente él.

Algo estaba yendo muy mal.

De igual forma que la reja, la puerta de la torre estaba destruida. Las astillas habían volado por todos lados fragmentándose en donde fuera que aterrizaran.

- Nos traicionaron -dijo Shinso-. Esto está hecho por magia.

- Sabia que vendríamos -dijo Katsuki.

Podía sentir la inquietud en sus compañeros, ansiosos de saber el paradero de sus otros dos compañeros de batalla. No quería pensar lo peor, pero las cosas alrededor no le daban demasiada confianza para ver el lado positivo de su ausencia.

Izuku fue el primero en avanzar, Shouto se quedo a su lado esperado lo peor de la situación.

La entrada era larga y ancha, los candelabros estaban a punto de colapsar colocándolos en más peligro, mientras que los suelos estaban bañados de vidrio ropa de las extensas ventanas de los alrededores.

Dieron otros pasos en alerta de cualquier movimiento hasta que una cantidad de veinte hombres magos con sus ojos completamente negros escurridos hasta sus mejillas en lagrimas del mismo color.

- Están hechizados -explicó Shinso, levantando sus manos para comenzar la pelea-. No se contengan, ellos ya están muertos.

Katsuki no espero otra palabra, corrió hacia ellos con su espada degollando y decapitando a quien se pusiera en su camino. Keigo no fue tan sanguinario, no sacó su espada, solo con un ágil movimiento de sus manos les quebraba el cuello para dejarlo en el suelo, Shinso por su parte con pequeñas palabras mágicas de defensa liberaba aquellos cadáveres de ser manipulados y dejarlo descansar en paz como debían haber estado desde e principio.

Izuku estaba inmóvil con los ojos fijos en la pelea, su respiración era rápida y superficial como si recordara el pasado.

- Esta vez es diferente -murmuró queriendo aliviar su miedo-. No será como antes.

VENIDERO - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora