L'appel

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Me había ido temprano de la casa de Sarah, Felipe me esperaba en la cafetería para hacer el trabajo y desayunar.

Mientras, en el camino pensaba sobre la conversación que tuve ayer con los chicos.

Llegué y entré. Rápidamente vi a Felipe sentado en una de las mesas.

Me vió y sonrió.

-¡Hannah! Mira que puntual has llegado. -Me dijo sorprendido.

Puse los ojos en blanco.
-Yo también me alegro de verte, pero terminemos con el trabajo de una vez.

-Manos a la obra. -Dijo, frotándose las manos.

Me senté frente a él y de reojo vi a alguien atrás.

Que manera de empezar el día.

Marko estaba sentado junto a dos hombres que suponía que eran sus amigos. Me miraba serio, con el ceño fruncido.

-¿Todo en orden?. -Me dijo mi compañero cuando notó que me distraje.

-Eh... Sí.

El rubio seguía mirándonos con atención.

-Bueno, empecemos.

Terminamos el trabajo en aproximadamente 2 horas, y en todo ese tiempo estuve intercambiando algunas miradas con mi vecino.

-¡Fin de semana libre y sin tener que buscar información hasta la madrugada!. -Gritó Felipe, exhausto.

-Hablando del fin de semana... estaba pensando en que podrías venir conmigo y mis amigos a una fiest...

Me interrumpió riéndose a carcajadas, llamando la atención del rubio que estaba a unos pocos metros de nosotros.

-Hann, sabes que salir no es lo mío.

-Que pena, Sarah estaba muy interesada en que vayas... -Dije con una sonrisita.

Su mirada se iluminó y se puso rojo al instante.

-No me convencerás con esa mentira, querida compañera.

-Piénsalo, por favor.

-Lo pensaré solo porque estuviste increíble hoy con la tarea. Si Elena no aprecia esta hermosa obra de arte hecha por dos dioses, no se como seguiré con mi vida.

-Que dramático. -Dije riéndome de él.

-El drama hace más interesante todo.

-Si tú lo dices. -Levanté las dos manos, dándole la razón.

Felipe se levantó de la mesa y empezó a guardar sus pertenencias.

-Te escribiré a la tarde cuando sepa que hacer. -Me dijo, despidiéndose de mi con un abrazo- Nos vemos.

-¡Adiós, y no te olvides!.

Me puso los ojos en blanco y salió de la cafetería.

Cuando me estaba por levantar también, Marko se acercó a mi.

-¿Te llevo a casa?. -Me dijo serio, no parecía de muy buen humor.

Iba a contestarle con sarcasmo, pero lo pensé dos veces y me di cuenta que no estaba en sus días.

Asentí con la cabeza.
-Me vendría bien.

Agarró mis cosas sin preguntar y fue directo a la puerta. Rápidamente lo seguí.

Cuando salimos lo primero que vi fue una motocicleta negra.

Marko me miró de reojo y sonrió de lado al notar que me quedé encantada.

Ábralin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora