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𝑩𝒂𝒆𝒌𝒉𝒚𝒖𝒏

La noche es joven, como siempre esta haciendo un frio de mierda, pero en mi interior estoy que ardo. Soy una persona normal que gusta del sexo, aprecio el placer que me genera y suelo exitarme cuando la situación lo amerita, pero esta anticipación me esta carcomiendo de adentro hacia afuera. 

No soy de los que se deja llevar por la expectativa ni mucho menos, se lo que se hace en el sexo y se muy bien lo que se siente, pero es la primera vez que siento que estoy caminando en suelo flojo, arenas movedizas en las que no se cuando caeré. Chanyeol viene manejando tras de mí y siento que mi estómago se contrae cada vez que veo mi espejo retrovisor y lo veo a él apretar el manubrio.

Lo estoy llevando a uno de los apartamentos que uso cuando debo dormir fuera y no quiero quedarme en la silla de mi oficina. No nos tardamos mucho, y cuando bajo de la moto y lo veo salir de su auto siento como las piernas me tiemblan. 

¡Carajo! 

No soy un crío, no soy virgen y no es la primera vez que veo a un hombre sexi que me quiero follar, no es mi primera vez en nada de lo que me esta pasando, pero siento que esta va a ser la mejor follada de mi vida y ni lo he besado, me tiemblan las piernas como si ya hubieses cogido y ni le he visto la polla. No se que puto efecto está surgiendo a raíz de él, pero me gusta y me asusta.  

El se acercó a mí y mando su mano a mi nuca, mientras con la otra acariciaba mi labio inferior. 

— Me encanta hacer tratos contigo. 

Lo mire serio, fingiendo que no me estaba afectando su maldita cercanía y que no quería chupar ese dedo. 

— Aun no pasas la prueba Park. Ni siquiera hemos empezado a jugar para saber si eres un buen peón o no.  

— Bueno, que empiece el juego entonces. 

Un juego de miradas nació, el intentando leerme y yo al él, el perdido en el negro de mis ojos, y yo perdido en su abismo artificial. Ninguno quería ceder, pero el frío me estaba taladrando el culo así que me separe y abrí la puerta del lugar.  Un tercer piso, modesto y sin mucha cosa, dos habitaciones, un baño y una cocina pequeña. 

Escuche como cerraba la puerta mientras yo iba a la nevera y sacaba dos cervezas, abrí la mía y lance la otra en su dirección logrando que la tomara en el aire, al abrirla la espuma comenzó a brotar, pero su lengua la recogió toda, no permitiendo que una sola maldita gota se derramara, y solo con eso sentí como otra cosa empezaba a derramarse dentro de mis pantalones. 

Me gire y camine hacia la habitación principal, repito, estaba haciendo frío, pero yo me quemaba, así que abrí la puerta del pequeño balcón, me tome de golpe la cerveza y sentí cómo algo se alcanzaba a derramar por la comisura de mis labios, justo cuando estaba a punto de pasar la manga de mi chaqueta por mi boca unos brazos me rodearon y una lengua caliente rozó mi mejilla. 

— No voy a jugar más, a menos que sea contigo en esa cama. — Susurró en mi oído y mierda, esa voz era espeluznante, ronca, baja y seductora, oscura como la noche que nos rodeaba. 

— ¿Qué? ¿Quieres jugar al papá y a la mamá? — Me gire y quede frente a él tan cerca que esta vez pude observar a mayor detalle sus ojos.

— No, pero si quieres puedo ser tu papi. 

Solté una carcajada tal, que tuve que alejarme y sostener mi estómago.  Él me miró con una sonrisa entre confundida y divertida, yo en serio estaba riendo, mucho, tanto que empecé a respirar mal y tuve que sostenerme del vidrio del balcón intentando calmarme. 

𝕊𝕋𝔸𝕐 𝕌ℙDonde viven las historias. Descúbrelo ahora