EᗩᔕY Oᑎ ᗰE

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Sҽƈɾҽƚ Cɾυʂԋ

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❝Mañana me voy de viaje y estaré fuera unos días. Antes de irme quería oír tu voz, eso es todo. A veces me dan unas ganas enormes de oír tu voz.❞

—Haruki Murakami.

Yoruichi no sabía en qué momento había comenzado a sentir esto. Sólo pasó.

Empezó siendo tan sólo una pequeña inquietud; una inquietud que sentía cada vez que tenía cerca a la que alguna vez fue su discípula. Similar a algún tipo de cosquilleo en su pecho cada vez que luchaban juntas, y la veía con su haori puesto o con el uniforme del Omnitsukido, algo que confundía con preocupación por la integridad de la muchacha. Un cosquilleo que persistía cuando ella simplemente usaba ropa mundana y la miraba con esa adoración que, de alguna manera, sobrevivió a ese largo siglo separadas. Uno que pasaba a extenderse por toda su piel cuando ella la tocaba aunque fuese por error.

Luego el cosquilleo se convirtió en un latido, un ritmo de latido completamente nuevo en su corazón que sólo sentía cuando estaba con Soi Fong, o cuando pensaba en ella. Su corazón palpitaba a un ritmo totalmente distinto al mirar los brillantes ojos grises de su sucesora, cuando oía su voz grave aunque fuese por teléfono. Era algo extraño y no lograba definirlo, pero le hacía bien, le hacía sentirse cálida y acogida, como no había vuelto a sentirse desde su niñez en la que sólo contaba con Kisuke y Tessai.

Ese típico picor en su estómago, al que las historias de amor le llamaban mariposas, las veces en las que el tacto de la piel transparente de Soi Fong se quedó marcado en su propia piel incluso cuando esta estaba ausente, el calor de su abrazo que de vez en cuando sentía y a veces añoraba en las noches, el ardor que comenzó a nacer en sus mejillas con ciertas palabras y acciones de Soi Fong. Cada vez más sentimientos que, aunque no lo sabía, provenían de la misma raíz y con los que la morena era incapaz de pelear.

Porque ¿Cómo puedes luchar contra ti mismo, contra tus propias emociones sin hacerte un terrible daño en el proceso?

Llegó un punto en el que la voz grave de Soi Fong se le antojaba de lo más dulce, un punto en que los ojos grises de la capitana le parecieron los más hermosos del mundo, un punto en que no se sentía más segura en ningún lugar —ni siquiera en compañía de Kisuke— que en el regazo de la muchacha, en el que en ocasiones se acurrucaba para dormir en su forma felina y... Admitía que últimamente fantaseaba con quedarse dormida allí en su forma humana, como lo hizo una ocasión hace ya un siglo. Llegó un punto en el que no pudo ignorar más las sensaciones dulces, pero confusas que la atacaban cada vez que la otra chica se le acercaba, sensaciones que nunca pensó que sentiría precisamente hacia la jovencita que alguna vez había sido su guardaespaldas.

♡◦◦≫ᑭEᗩᑕᕼ≪◦◦♡ YOᖇᑌᔕOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora