Desde que me puse a leer el contenido del increíble libro llamado "La limosna" del autor Eliécer Salesman, me puse a reflexionar "¿Tiene sentido alguno ofrecer la limosna a los necesitados?"
Al volver a leer está pregunta, me llegó a la mente está reflexión "No se puede creer ciegamente en las ideologías para no terminar cayendo en sesgos cognitivos" porque si, se puede ofrecer a una persona necesitada para aliviar un poco sus penurias, pero uno no puede decir "voy a ayudar estas personas" para no mencionar la frase "El infierno está pintado de buenas intenciones" Porque la intención debe estar acompañado del ejemplo.
¿Cual es la finalidad de ofrecer limosnas? ¿Por qué se presiona con el castigo eterno en caso de no querer ofrecer limosna? ¿Los falsos mendigos pueden exigir cosas? ¿Cuales serían las consecuencias de la buena limosna?
No digo que ofrecer limosna no valga la pena, para nada... más bien tómenlo como si usted estuviera recibiendo dicha limosna, por ejemplo, usted ofrece... no sé... ¿Un par de medias? ¿Una camiseta? ¿Un pan mediano? o una cosa que no use durante mucho tiempo, esté en buenas condiciones y esté seco (porque no le va dar unos harapos sucios y malolientes ¿verdad? y tu te preguntas ¿Le gustará?.
Imagínese intercambiar su posición con el mendigo, por una razón u otra termina mendigando (ya sea por desplazamiento forzado, desempleo, enfermedad, calamidad, etc) usted esta mendigando y ve como una persona o varias se le acercan para entregarle esa vaina o alimento que está ofreciendo a ese necesitado.
Como usted, imaginando ser mendigo, ¿Se siente agradecido por la vaina que le ofrece o refunfuña entre dientes el miserable objeto que le ofrecieron? ¿Tacharía de bienhechor o miserable a aquel que le ofreció esa vaina? Bueno, eso piensan de usted.
Ahora si, nos centramos con el contexto actual.
Es bien sabido que las personas tenemos ciertas ambiciones y metas para alcanzar, el problema es poner esas ambiciones sobre los demás para pisarlas y "volar más alto", lo que nos termina en ser recelosos y egoístas por el miedo de perder lo que poseemos.
Los problemas de las limosnas son dos principales; la primera es darla a cualquiera sin saber si realmente lo necesita y que hayan personas que se aprovechan de la esperanza de los demás.(porque recordemos que la fe es esperanza).
Ahora, si me lo permiten, voy a mencionar tres casos sobre el asunto para hacerles poder entender la reflexión que tuve al terminar de escribir este asunto tan delicado.
- "Buenas noches señor ¿Me podría regalar algo de comer? Por favor".
Empecemos con esta frase que ya se ha escuchado, tanto en el sitio de trabajo, como cerca de nuestra casa, y uno lo mira y sabe donde va a parar este cuento; la persona es de aspecto desaliñado, sucio y seriamente demacrado.
- Si señor, en un momento. Mientras abro uno de los cajones donde se guarda la comida, miro un paquete de galletas y se las ofrezco.
- Tome señor.
El señor, con las galletas en la mano, se va.
Se que me dirán hipócrita y que hablo desde el privilegio (algo que puede que tengan hasta un poco de razón, pero no del todo) lo hago desde una experiencia que me contó un primo un sábado después de desayunar.
Resulta que mi primero (el cual llamaremos Omar) había pedido un par de tamales, uno para el y otro para su hijo, resulta que llegó un conocido mendigo a pedir comida, listo, no está mal, todo bien hasta que le dijo que no abriera el moño, lo recibió, le amarró el moño al tamal y subió hasta entrar a una olla de vicio (algo que para sorpresa mía, entre la zona de trabajo y mi casa, estábamos rodeados por estas ollas de vicio), que seguramente lo cambiaría por droga porque dudo que se lo de a alguien más.