El vendedor ambulante

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Estaba tomándome la última copa en la terraza de un bar. Se acercó un vendedor ambulante con un carro de la compra. Era un señor mayor. Con la tez morena, demacrada por la tristeza, casi desesperante. Su voz se rasgaba mientras ofrecía cinturones y carteras para hombres, y se apagaba casi siempre sin que nadie le dejara acabar la frase. "Buenas noches señores". Repetía a todo el mundo. "Cinturones, carteras..."- No, gracias.
Se acercó a mí sin muchas ilusiones, pues era el más joven del lugar. "Carteras, cinturones..." - "¡Si! Necesito dos cinturones y una cartera. ¿Cuánto por ellas? Siéntese, le invito a algo caliente. Pida lo que quiera". Era lo que quería decir pero me quedaban unos botones, unos céntimos de cobre y pañuelos de papel en el bolsillo. Miré a mi alrededor y nadie hizo ademán de ayudarlo. Así que lo vi marchar apesadumbrado, temblándole las rodillas por el frío o talvez por el hambre.

Relatos cortos y otras paridas salidas de una botella de Jameson®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora