Ella era una niña dulce y feliz, pero un accidente trágico acabó con su vida a los seis años. Sus padres nunca superaron su pérdida y sus vidas se llenaron de tristeza y dolor. La habitación de la niña quedó intacta, con sus juguetes y libros en su lugar, como si esperara su regreso. Los cumpleaños y las navidades eran dolorosas, pues recordaban la felicidad que solían tener. Con el tiempo, los padres aprendieron a vivir sin ella, pero nunca dejaron de amarla. Siempre la recordaban con una sonrisa y un nudo en la garganta.