Hacía mucho tiempo que la casa de la abuela había quedado vacía. Todos los nietos habían crecido y se habían mudado fuera de la ciudad, y la pobre mujer había fallecido hace algunos años. Sin embargo, cualquiera que se acercara a la casa podía sentir una extraña presencia, como si algo o alguien hubiera quedado allí.
Un día, un grupo de jóvenes decidió entrar a la casa, a pesar de las advertencias de los vecinos. Pero pronto se arrepentirían de haberlo hecho. Las cosas comenzaron a moverse solas, objetos caían al suelo, y el aire estaba cargado de un olor a podredumbre que llenaba sus narices.
Fue entonces cuando una figura comenzó a aparecer en las sombras, una figura con forma de una anciana arrugada y encorvada. La abuela, aunque había muerto, parecía haber regresado para atormentar a quienes habían osado entrar en su casa.
Los jóvenes intentaron huir, pero la abuela estaba en todas partes, agarrándolos, arrastrándolos, y torturándolos. Era como si hubiera vuelto de la tumba para vengarse de quienes habían osado perturbar su descanso.
Finalmente, las sirenas de la policía y las luces de las ambulancias se acercaron, mientras los jóvenes luchaban por salir de la casa encantada. Una vez fuera, miraron hacia atrás para ver a la anciana riendo y desvaneciéndose en la oscuridad.
Desde entonces, nadie ha vuelto a entrar en la casa de la abuela, y se dice que su espíritu todavía ronda allí, deseoso de venganza contra cualquiera que se atreva a enfrentarla.