Una última historia. Eso fue lo que me pidieron antes de dormir, justo cuando había cerrado mis ojos y me había preparado para sumergirme en un dulce sueño. Pero no fue un pedido común, sino un susurro siniestro, lleno de un tono que me hizo temblar de miedo. No quería hacerlo, pero me obligaron, y así empecé a contar.
“Había una vez un hombre llamado John, quien vivía solo en una pequeña cabaña en el bosque. Era una persona solitaria y tranquila, amante de los bosques que lo rodeaban y de la serenidad que encontraba en su soledad. Pero un día, una mujer llegó a su puerta, malherida y en busca de ayuda.”
Eso fue todo lo que pude decir. El sonido de la respiración agitada y el miedo se apoderaron de mi cuerpo, dejándome sin palabras. Pero entonces, la voz que me había obligado a contar continuó.
“ ¿No tienes más que contar? Esa es una historia aburrida y trillada. Quiero algo más oscuro, algo que me haga temblar.”
Y así comencé una nueva vez. Esta vez con algo más oscuro.
“Había un niño llamado Timmy, a quien le encantaba ir al parque después de la escuela para jugar. Pero un día, encontró un parque abandonado en las afueras de la ciudad. A pesar de su aspecto descuidado, decidió entrar para explorar. Pero mientras se aventuraba por sus alrededores, notó que había más que solo maleza y madera pudriéndose. Había algo allí, acechando en las sombras.”
Cada vez que mi relato avanzaba, me sentía más y más pesado, como si algo estuviera apretándome el pecho. Pero seguía hablando, incapaz de negarme.
“Timmy se escondió detrás de un arbusto, tratando de descubrir a quien o lo que lo seguía. Pero entonces, escuchó unos pasos acercándose, un sonido que hizo que su corazón latiera con más fuerza. Cuando se volvió para ver quien estaba allí, se encontró con unos ojos rojos, oscuros y llenos de odio. Y entonces supo que nunca volvería a ver a su casa.”
Cada palabra que decía parecía alimentar la oscuridad en la habitación, haciéndola más intensa. Pero seguía hablando, como si fuera lo único que podía hacer.
“La mujer, o quien sea que estaba escuchando, rió entre dientes. Pero antes de que pudiera decir algo, una mano se posó en su hombro. Y en ese momento, su corazón se detuvo.”
Eso fue todo lo que pude decir, mi voz ahogada en el miedo y la oscuridad. Y entonces, la voz que me había estado forzando a hablar dio un suspiro satisfecho.
“Eso es todo lo que quería. Gracias por esa última historia. Ahora podemos descansar.”
Y con eso, todo se volvió oscuro.