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No fui a Toolies durante varias semanas, y evité la ferretería; moviéndome de un proyecto a otro, dejándolos inacabados mientras me quedaba sin suministros.

El último clavo se hundió en la vigueta del piso que había ensamblado uniendo una tabla nueva a la que estaba ennegrecida por una gotera en la unión de dos tuberías. Probablemente era un exceso, pero necesitaba algo que hacer.

Salí de la abertura donde estaba el fregadero de la cocina y los gabinetes. Con el linóleo desaparecido, había sido capaz de echar un buen vistazo al suelo de madera. Excepto por unas pocas piezas donde estaba el refrigerador, era salvable. Pero tendría que terminarlo en un tono cercano al negro para ocultar las manchas de agua.

A la larga, era una buena cosa que el suelo no necesitase una drástica reparación, de lo contrario hubiese tenido que conseguir nuevas piezas de madera que coincidieran con el color de las más antiguas. Incluso terminando todo de una sola vez, habría una diferencia ya que la nueva madera no estaría envejecida. Aunque estaba dispuesto a apostar que un carpintero local podría conocer algunos trucos para mantener intacto el parche de la gotera.

Me limpié el sudor del rostro con un trapo. Con los días cada vez más cortos, me había salvado de los efectos del calor del sur, pero el invierno sería corto y tendría que conseguir una unidad de aire acondicionado instalado si planeaba sobrevivir al verano.

De niño, sólo había tenido un ventilador de techo para distribuir la brisa desde las ventanas abiertas. Pero después de vivir con los aparatos de la edad moderna, no podía resistirme a no hacerlo de nuevo.

Me daba cuenta que tenía planes de irme a vivir el resto de mi vida en una playa, pero hay una gran diferencia entre tostarse al sol con la brisa del océano besando tu piel y derretirse dentro del aire líquido de una granja.

Descarté una caja vacía de conectores de PVC. No había nada más que hacer, así que era hora de morder la bala y meter mi culo en la ciudad. Aunque Durstrand era pequeña, era improbable que me encontrase con JungKook. Aunque creo que la idea de no encontrarme con él me molestaba aún más.

Detenerme en Toolies resolvería el problema. Y eso tenía que ser una de las peores ideas que hubiese tenido en mucho tiempo. Huelga decir que cuando me acerqué para ir a la ferretería, el sol ya había huido en favor de la noche.

Berry apareció entre los pasillos con una escoba y un recogedor de polvo.

—Hace tiempo que no te veía, extraño. ¿Dónde has estado? Y es mejor que no me digas que en esa nueva cadena de tiendas en Maysville.

—Nop.

Berry entrecerró una mirada hacia mí. Levanté mis manos en defensa.

—Te lo juro, Berry, soy tu leal cliente. Solo estaba muy ocupado. Ahora ya me he quedado sin nada, así que vine a recargar. —Saqué la lista de mi bolsillo. Berry dejó el recogedor y la escoba detrás del mostrador y le entregué la lista.

Se puso las gafas y sostuvo el trozo de papel a través de toda la longitud de su brazo, entonces lo trajo de regreso hasta la punta de su nariz.

—Guau, te has quedado sin nada. —Se frotó la barbilla—. ¿Tienes prisa?

—No, señor. Señaló la puerta.

—Trae tu camioneta hacia atrás y la cargaremos. Saqué mi billetera de mi bolsillo trasero.

—Ya he cerrado la registradora. Solo paga la próxima vez que vengas.

—¿Estás seguro?

—Positivo. Después de todo, sé dónde vives.

 En Ausencia de Luz || JinKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora