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Hice todas las llamadas telefónicas necesarias a Harriet mientras esperaba para abordar mi vuelo. Como una buena amiga, ella no discutió conmigo, pero el tono de su voz transmitió su preocupación. Le aseguré que todo estaría bien, pero ella no me creyó.

La cosa es, que yo tampoco lo hacía.

Antes de colgar, hice mi primera y única demanda.

—Asegúrate de que JungKook sea atendido. —Palabras tan sencillas y completamente benignas, pero el tono de mi voz le decía exactamente lo que quería decir. Si terminaba muerto, él siempre tendría lo que necesitase, y si Hines sobrevivía y trataba de ir tras él, FBI o no, era hombre muerto.

Como no usé ningún tipo de identificación falsa, esperé que el FBI supiera que había regresado a la ciudad, pero no esperaba que estuvieran tan ansiosos por darme la bienvenida.

Jeff estaba apoyado contra un poste junto al carrusel de equipaje.

Sus gafas oscuras ocultaban sus ojos, pero su sonrisa era cegadora.

Recogí mi único bolso y lo arrojé sobre mi hombro. Jeff se ubicó a mi lado.

—¿No vas a decir hola?

—No.

Caminé a través de una brecha entre la multitud, y Jeff tuvo que empujar su paso alrededor de la gente para ponerse al día.

—¿Y qué te trae a casa? ¿Negocios o placer?

—Esta no es mi casa. —Me aparté para que una señora empujara un cochecito. Jeff asintió y ella sonrió.

—Ah, sí. —Jeff me siguió al baño—. Te has establecido, has comprado una casa, tal vez incluso un perro, y has encontrado a alguien con quien compartirlo todo. Aunque todavía pienso que tu opción para un compañero es discutible. Por supuesto todavía hay tiempo para que te crezca algo de ética.

Me detuve con la mano en la puerta. La furia ardiendo en mí debe haberse mostrado en mi expresión porque Jeff perdió su arrogante sonrisa y dio un paso atrás. Podría haber sido mi imaginación, pero creo que incluso acercó su mano a su arma.

Entré. Jeff también lo hizo, pero se quedó cerca de la puerta.

—Entonces, ¿por qué estás de regreso en Chicago?

—Vacaciones. —Dejé mi bolso—. Tú sabes, el ruido, el viento, la contaminación, lo que el cuerpo necesita para equilibrar todo la sana luz del sol y el aire limpio que he estado respirando durante los últimos seis meses. —Fue tentador orinarle en sus zapatos. Si hubiese estado más cerca, podría haberlo hecho.

—¿Vacaciones? Y piensas que el FBI es malo en la fabricación de excusas. —Terminé y fui al lavabo. Su reflejo creció detrás de mí—. Lo averiguaré con el tiempo, así que podrías decírmelo.

Sequé mis manos mojadas sobre el frente de su camisa dejando manchas de color azul oscuro en la tela pálida de maíz.

Agarré mi bolsa y casi salí por la puerta cuando Jeff dijo:

—Sabemos que pusiste tu lista de clientes a la venta. Por curiosidad, ¿cuánto vale tú así llamada moralidad? ¿Un cuarto de millón, medio millón, más? Incluso empezamos un grupo de apuestas sobre quién sería el afortunado receptor.

No recuerdo haberme lanzado a Jeff. Un momento solo lo estaba mirando, al siguiente lo tenía pegado a la pared. Sus gafas de sol cayeron al suelo.

—¿Hiciste apuestas sobre JungKook? ¿Cuánto vale la vida de un hombre para ti en estos días, Jeff, diez, veinte, treinta dólares?

 En Ausencia de Luz || JinKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora