✨️7✨️

820 86 26
                                    

Llegué exactamente con dos minutos de sobra al pasar la entrada de JungKook. Él ya estaba en el porche y llevaba un casco de bicicleta.

Casi no había parado la camioneta cuando bajó por los escalones y abrió la puerta.

—Ves, no llegué tarde.

JungKook dejó escapar pensamientos.

—Sólo porque llegaste temprano. —Me saludó—. Si me vas a enseñar a conducir, tendrás que moverte.

—Por lo menos deja que me detenga primero. —Aparqué junto la acera y me dirigí al lado del pasajero—. ¿Dónde quieres que ponga esto?—Recogí la caja del suelo del lado del pasajero.

Dejé las cartas y la caja junto al sendero que conducía a su casa, y volví a la camioneta.

—Vale, estoy listo. —JungKook saltó en el asiento.

—¿Qué con el...? —Golpeé el casco.

—La seguridad primero.

—Pero esta es una camioneta.

—Sí, SeokJin, es bastante obvio que es una camioneta.

—No usas casco cuando montas en bicicleta.

—¿Por qué debería? Sé montar en bicicleta y, además, ¿tienes alguna idea de la diferencia estadística entre mis posibilidades de estrellar mi bicicleta versus estrellar un coche? ¿O en este caso, camioneta?

—No realmente.

—Astronómicas. Un buen quinientos a uno. Tú tienes más probabilidades que ser golpeado por un rayo mientras te come un tiburón.

Intenté hacer las matemáticas. Tenía sentido. Más o menos.

¿Cuántos choques de vehículos de dos ruedas había visto en la carretera?

¿Excluyendo motocicletas? Ninguno.

Miré a JungKook, y su boca se crispó. Apoyé mi codo en la puerta.

—Lo estás haciendo de nuevo, ¿no?

—Sip.

—Maldición.

—¿Caíste, no?

—Nah. —Levantó un dedo—. Muy bien, tal vez un poco.

—Es bueno saber que lo que dicen no es cierto. Yo nunca aprendería.

—¿Y eso es?

—No puedes enseñar a un perro viejo trucos nuevos.

Le di mi mejor mirada de vete al infierno, y él se rio.

Miró a través del parabrisas hacia los árboles antes de arrastrar su atención hacia mí.

—Bueno, ¿qué es lo primero?

—Todavía estás llevando el casco.

—Muy observador de tu parte, SeokJin.

—¿Por qué lo llevas aún?

—En caso de que nos estrellemos.

—Espera, pensé... —Froté mi mano sobre mi boca—. No tendrías uno de repuesto, ¿verdad?

—No. Vas a tener que conseguir el tuyo.

Yo resoplé.

—Eso no es muy tranquilizador.

—No se suponía que lo fuera. —Palmeó el volante—. Listo cuando tú lo estés.

—¿Estás seguro de que quieres aprender a conducir?

 En Ausencia de Luz || JinKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora