Capítulo 2: Control

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Escribiendo a detalle lo que sucedía en la junta, si pudiera hasta fotografías tomaba, pero si lo hacía, el  príncipe probablemente lo notaria sin dudarlo con esa vista de águila que tenía, este podía  notar todo hasta el más mínimo detalle, era el dueño de las empresas más grandes de todo Tailandia, por eso el apodo de "El príncipe"; llevaba trabajando con él tres años y aunque adoraba su trabajo, estaba cansándose de siempre ser "El mago" que arreglaba con su varita mágica el humor de perros de su jefe.

Teniendo un cronómetro en mano, sólo habían pasado diez minutos y su jefe ya era un volcán en erupción, en el momento en que tomó un largo suspiro escuchó el gruñido típico de alfa de su jefe, por lo que sólo giró los ojos y se levantó de su asiento para colocarse junto a la puerta.

-¿Acaso no saben hace nada bien?- decía molesto arrojando los papeles al aire, pareciendo una lluvia blanca dentro de la sala de juntas- ¡Quiero esos contratos arreglados ahora!- saliendo de la oficina.

-Al parecer el príncipe se ha molestado de nuevo... ahora depende del mago contentarlo- mirando al joven que caminaba detrás del príncipe.

-Esperemos no le corte la cabeza- decía la joven que empezaba levantar los papeles del piso- No sé cómo es que lo ha aguantado durante tres años... creo que él en verdad es un mago o tal vez sea masoquista.

-Tal vez lo tenga amenazado- decía otro de los sujetos presentes.





Entrando a la oficina para sentarse en el mullido sofá de piel oscura, su mirada perdida hacia la vista de la ciudad, dejaba reflejada la frustración que sentía ante lo que consideraba un equipo deficiente, era uno de los hombres más ricos de Tailandia y aun así sentía que no era suficiente, algo faltaba en su vida y aun no lograba entender que es lo que era.

-Encárgate de despedirlos... por favor.

-No sería una buena idea... tienes trabajando con ellos más de diez años, confías en ellos más que en tu propia familia, despedirlos no es una opción- decía el joven arreglando sus gafas.

-¿Me estás desafiando?- decía curioso.

-Me has pedido despedirlos cada vez que tienes una junta desde que empecé a trabajar para ti... y siempre te retractas, así que ahora no haré nada- levantando sus hombros- te acabo de enviar un correo con las modificaciones que considero deben hacerse a los contratos, además de la reunión que tienes con tu padre esta noche, te sugiero no faltar- sonriendo.

-Odio esas reuniones- suspirando- ¿Me pregunto que será ahora... alfa, omega o beta  que desean presentarme?

-Ese no es mi trabajo, soy tu secretario y asistente personal- diciendo con una mirada de hielo- Me retiro...  y no los despidas... los necesitas y lo sabes.

-Si, como digas- viendo como este giraba los ojos- Dile a Boun que venga a mi oficina, por favor.

-¿Te sientes bien?- decía el joven frente a él- Nunca pides por favor.

-Sólo llámalo, Natouch- cerrando los ojos recargándose en el sofá.

-Si, señor Thitiwat- haciendo una reverencia. 





Viendo a su asistente salir, sabía que tenía razón, después de mucho tiempo logró encontrar a la persona ideal que pudiera soportar su enorme carga de trabajo y principalmente sus cambios emocionales y ese era Fluke Natouch.

-¿Cómo está el príncipe?-preguntaba Sammy.

-Intentando no estrangularme y despedir media flota de empleados- decía el joven dando un largo suspiro-Creo que necesito tomar unas largas vacaciones... este hombre va a matarme- recostándose sobre el escritorio.

-¡No!- grita la joven- ¿Qué va a hacer el príncipe sin su mago?

-¿Buscar un reemplazo? ¿Morir?- haciendo una mueca de cansancio- Lo mejor es que te retires, yo termino esto y me voy a casa.

-Si es que el príncipe no pide la ayuda del mago otra vez... este sería el tercer día que amaneces en la empresa... ¿Eres vampiro o que, Fluke?- sonriendo.

-¿Quieres averiguarlo?- enseñando sus colmillos, escuchando a su amiga reír.

- Por favor descansa- tomando el elevador.

-Como si fuera posible descansar con el príncipe- viendo la puerta de la oficina de su jefe- Si en realidad fuera mago, lo convertiría en sapo y me lo comería... aunque no me gustan esos animales- sintiendo escalofríos.

-¿El príncipe sigue en su torre?- preguntaba Boun.

-Te está esperando... yo que tu sacaba la espada y el escudo... no tuvo un buen día hoy.

-¿Cuándo lo ha tenido?-decía suspirando y moviendo la cabeza.

-Touché- riendo.





Entrando a su oficina, puede ver su primo con los ojos y los puños cerrados, observando la ventana sabía el porqué de su mal humor.

-Aunque cierres los ojos, sabes que la Luna actuará sobre nosotros esa noche.

-¡Ya lo sé!- suspirando- Mis padres desean una reunión conmigo para decidir el futuro de la manada.

-Manada que te niegas a dirigir... es tu derecho por nacimiento- cruzando sus brazos- Deja de comportarte como un bebé.

-Detesto no tener el control de mi vida... cada año es lo mismo desde que tengo la mayoría de edad... cuando entenderán que si no puedo percibir los olores, no voy a poder encontrar a mi pareja... nunca.

-Tal vez tú y tu lobo están esperando encontrar a tu destinado para...

-No, Boun... mi destino es ser un alfa solitario- decía resignado- Sólo vamos a esa dichosa reunión, para así poder regresar más rápido.











-¿Qué haces aquí?- decía Prem.

-¿Aquí vivo?- decía Fluke que se dejaba caer en el sofá.

-¿Estás seguro? No te había visto en tres días, si no es porque sé que tu príncipe endemoniado te tiene encerrado en una torre, me preocuparía porque no llegas.

-Muy gracioso, Prem- arrojándole una almohada.

-Tu hermano Singto llamó- viendo a su amigo levantarse cual resorte- Dice que no se te olvide que en la siguiente Luna cumples veinticinco.

-Imposible olvidarlo... es cuando me entregarán en charola de plata al hijo de la manada- decía molesto- Sólo porque nací omega.

-Un omega que no percibe olores- decía Prem.

-Ni me lo recuerdes- decía viendo a la Luna- Odio que mi destino esté controlado por los demás... desde que tengo memoria he estado encerrado entre cuatro paredes, con el afán de según protegerme y después de que murieron mis padres fue peor... 

-Tú sólo tranquilízate... si tienes que ir a la manada, yo te acompañaré... no dejaré a mi mejor amigo solo en esto- sonriendo.

-Gracias, Prem... quisiera que mi hermano fuera tan comprensivo como tu... fue bueno que nos encontráramos en esa cafetería.

-Ni que lo digas... como olvidar que me tiraste el café encima... lo bueno es que era frío- viendo a su amigo ruborizarse.

-¡Ya he dicho que lo siento!- riendo. 





El príncipe y el magoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora