12|THE GREAT WAR

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12| THE GREAT WAR


Frunzo el ceño y doy varios toques al escritorio con el lápiz. Estoy frustrada. Borro de nuevo la tarea cuando veo que no tiene sentido lo que estaba escribiendo. Apoyo la cabeza en mis manos y suspiro. Vuelvo a leer el enunciado. Me frustro más. Lanzo el bolígrafo al escritorio y me separo de la silla. Miro a mi alrededor antes de agarrar de nuevo el papel y dirigirme fuera de la habitación.

No tardo en encontrar a mi madre. Ella se encuentra en su habitación, tumbada en la cama mientras que habla por el teléfono con una gran sonrisa. Jamás la había visto sonreír. No desde que papá se fue.

Esperé unos minutos, justo en la entrada, hasta que se dio cuenta de mi presencia. Dice algo al teléfono antes de apartarlo y mirarme fijamente.

—¿Qué pasa? ¿Qué quieres?

No me muevo del sitio.

—Me preguntaba si podrías ayudarme con una de mis tareas, no lo entiendo mucho y sé que a tí se te da bien.

Suspira.

—No puedo ayudarte, ¿no ves que estoy en llamada? Estoy hablando con alguien importante.

Aprieto los labios.

—¿Y luego?— vuelvo a intentar.

—No tengo tiempo, Leslie.

Bajo la mirada y asiento. Salgo de su habitación y vuelvo a la mía. Había escuchado tantas veces esta última frase por parte de mi madre, que casi me había acostumbrado a ella. Y es que ella siempre estaba para todo el mundo menos para cuando yo la necesitaba.

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Narra Leslie

No tardo en visualizar a Amelie, quien me encuentra con la mirada y comienza a saludarme con efusividad a la vez que se separa del muro de la universidad. Sonrío. Hoy hemos quedado fuera de clase para ir a pasar la tarde a su casa. Es domingo y el sol brilla por su ausencia. No hace muy buen día pero se está bastante bien, por lo que lo agradezco.

Hemos quedado ambas en la entrada de la Universidad para ir juntas a su casa, ya que no está muy lejos de aquí, por lo que tenemos un corto trayecto hasta allí. Amelie me da un gran abrazo nada más quedarme en frente de ella. Me gusta la forma en la que me abraza. Siento que, cuando lo hace, pudiera arreglar todas las cosas que me han ido destruyendo. Sus abrazos son firmes y protectores pero a la vez cálidos.

—¿Cómo llevas el fin de semana?— comenzamos a andar en la dirección que ella me indica, no tardo en colocarme a su lado.

—Muy bien, avanzando con todo y descansando.

—Es cierto, estos tres días no tenías trabajo, ¿cierto?

Asiento.

—Mi jefa vuelve esta noche, por lo que empiezo de nuevo mañana.

—Bueno, pues ahora a descansar para empezar bien la semana— me sonríe.

—Eso espero.

—¿Qué tal ayer?— se gira para mirarme con una sonrisa pícara.

—¿Ayer?

—Sí, Niclas nos dijo que se iba a pasar por tu casa para ayudarte.

Mis mejillas comienzan a enrojecerse con el recuerdo de él y lo ocurrido ayer.

—Ah, sí. Solo para ayudarme con una asignatura que llevo fatal.

—¿Y consiguió ayudarte?

—Sí, va a ser un buen profesor— admito.

El día que las estrellas dejen de brillar✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora