El día que las estrellas dejen de brillar✔️

8|TV

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Leslie

Entro en casa, abriendo la puerta dificilmente con una mano ya que llevo muchas bolsas en mis  brazos. Ando con rapidez hacia la cocina, siento que en cualquier momento se van a caer y no quiero enfadar a mamá. Mucho menos hoy. Voy a asistir a mi primera fiesta con Kenna y estoy muy emocionada. Mi mejor amiga no ha tardado en contarme sobre esta fiesta y en invitarme. También convenció a mamá, quien termino accediendo. Ambas se llevan muy bien. Mamá alguna vez me ha dicho que tengo que aprender de Kenna y que es como si fuera su hija perdida. Quizá es cierto. Aunque me esfuerzo en ser como ellas, siempre falta algo por mejorar. Algún día lo conseguiré. Seguro que sí. 

Mamá no está en la cocina cuando entro, pero el sonido de la ducha que suena al estar la casa en silencio, me hace saber que se está bañando. Comienzo a colocar todo con delicadeza y gran cuidado. Cuando termino, mamá hace acto de presencia. Pasa por mi lado, apoyando su mano en mi hombro a modo de saludo. Esa siempre ha sido su forma de demostrarme su cariño. Creo que no he conocido ninguna otra forma de nadie más, y está bien, todo el mundo tiene una forma de demostrarlo. Algunas por palabras, otras por actos, y otras (como mi madre) con pequeñas caricias. Estoy acostumbrada a sus gestos, no me disgustan, pero quizá me gustaría recibir más de ello. A lo mejor no me lo merezco. 

Hago desaparecer esos pensamientos para centrar mi antención en mamá, quien ha comenzado a hacer la comida, aprovechando tambien para dejarse el pelo suelto para que se le seque. No tardo en acercarme a ella para ayudarla. Me muevo con agilidad a su lado, lo suficiente alejada para no molestarla pero cerca para poder hacer cosas.

El día pasa rápido, y con ello la llegada la noche. La deseada noche. 

Saco, con rapidez, un vestido negro que llevaba tiempo queriendo ponermelo para una ocasión especial. Y este era el momento. Empiezo primero con el maquillaje y mi pelo, no me demoro mucho tiempo aunque intento dejarlo lo mejor posible. Me encanta maquillarme. Y no se me da tan mal. Dejo mi pelo castaño suelto, sonrío al ver que se han formado mis características ondulaciones. Con cuidado, comienzo a enfundarme en el vestido. Sonrío ampliamente al ver lo bien que me queda.

No queda mucho para que Kenna venga a recogerme. Bajo con rapidez las escaleras para esperarla en el salón. Cuando entro a la sala encuentro a mamá está acomodada. No tardo en colocarme en una de las esquinas del sillón. Veo que me repasa con la mirada. Espero, con la respiración cortada a la expectación de su opinión. Me importa mucho lo que ella opine. Mi corazón recibe un pinchazo en cuanto pone una mueca.

—¿Qué pasa? ¿Voy mal?— pregunto en un susurro.

—¿A donde crees que vas con ese tipo de vestido? 

—¿No está bien?— mi voz se corta cuando se lo pregunto.

Mamá vuelve a dedicarme una mirada crítica.

—Parece que vas provocando, tapate un poco.

Agacho la mirada. Miro a mis manos, las cuales han comenzado a enredarse entre sí.

—Además, queda muy mal con tu tipo de cuerpo, deberías adelgazar para que te quedara bien, y con lo que comes no creo que eso pase en mucho tiempo. Sería un milagro ver eso. ¿Y el maquillaje que llevas? Pareces que vas a ir a una fiesta de niños disfrazada de payaso, por favor, maquillate bien y no te pongas tanto en la cara  — continua hablando, tras terminar enciende el televisor y observa una película como si no tuviera importancia lo que acababa de decir.

Muerdo mi labio con fuerza, las manos me tiemblan levemente. Me levanto con lentitud y vuelvo a subir a mi habitación sin hacer ruido. Cuando cierro la puerta, mis lágrimas ya están cayendo por las mejillas. Paso la mano para quitarlas. Me deshago con rapidez del vestido. A continuación me acerco al pequeño tocador para desmaquillarme. Mi cara queda algo enrojecida por la presión que he hecho cuando he comenzado a quitarme todo el maquillaje. Suspiro. Mamá tiene razón. Llevo mucho maquillaje en la cara. ¿Cómo no me he dado cuenta hasta ahora?