Capítulo XVII: Entre azules y amarillos, una cita

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Los colores azul, amarillo y naranja del atardecer que relucía por la parte exterior de su ventana le eran un recordatorio de que el momento que siempre deseó, pero no llegó a pensar tener, estaba a punto de suceder.

Si bien amanecer al lado de Tristan se podía catalogar como una de las mejores cosas que había experimentado, el estar preparándose para su primera cita sobrepasaba todos los niveles. Había llegado a pensar que este suceso iba a pasar en un futuro muy lejano. Y no era por inseguridades o falta de confianza en sí mismo, sino más bien por el poco romanticismo que existe hoy día en las personas. Encontrar a alguien que te dé algo fuera de lo ordinario, sano y para bien cada vez se hace más difícil por el erróneo estigma que se vive a diario en la sociedad; el sexo se puede obtener de cualquiera, pero un amor verdadero no.

Conformarse con poco nunca ha estado en sus planes. Tampoco le importaba cuánto tiempo estaría sin un compañero de vida. Las altas expectativas realistas que había fijado en sus estándares de preferencias no eran solo por caprichos, al contrario, era porque él sabía muy bien su valor y todo lo que merecía.

Ahora, Tristan le estaba entregando todo eso que exigía sin ni siquiera pedirlo.

Ese primer domingo de noviembre fue al museo como de costumbre a darle a su mente ese tan efectivo ansiolítico antes de comenzar una ajetreada semana escolar y, al final, terminó hallando la 'x' en su mapa del tesoro, en donde resultó que lo terminó llevando a conocer a su persona ideal. Impactó su vida e hizo de su mundo mucho más bonito con su hermosa sonrisa y su encantadora personalidad. Lo trató como un curador de arte analiza un lienzo; a pesar de que sobre su cabeza tenía una tormenta, estudió todas sus partes y creó una conexión entre sus piezas para fabricar lo que son actualmente.

Y lo más que lo llenaba de deleite es que todo eso que sentía por él no se trata solo de atracción física, también es mental y sentimental. En otras palabras, esa chispa que le hacía sentir le encendía todo el cuerpo, revolucionaba sus neuronas y ponía a correr su corazón.

Era el hecho de tanto tiempo juntos y aún emocionarse al verlo.

Las manecillas del reloj continuaban fluyendo, acercándose con apuro a la hora que daría inicio a una nueva experiencia. Parecía que el mundo no estaba a su favor en esos momentos porque desde que comenzó a prepararse no ha parado de pensar en ningún instante cada una de las cosas que han pasado en compañía. Se acumulaban en su ser como una montañita de hojas café en la temporada de otoño y le hacen recordar hasta el más mínimo detalle, provocando que los nervios carcomieran todo su cuerpo al punto de tener que batallar para amarrar los hilos de sus tenis por el temblequeo que tenían sus manos.

Sentía que se echaría a llorar en cualquier santiamén.

-¡Tristan está aquí! -la vocecita de Elisa resonó por todas las paredes.

Observó su figura a través del espejo por última y se ahogó con su propia saliva. El contraste del color gris de su jersey con los pantalones azul marino era una combinación que resaltaba y sin duda amaba como lo hacía lucir. Acomodó por enésima vez su flequillo sin necesidad y, con las emociones a flor de piel, abandonó su habitación con el regalo de su chico balanceándose en su mano.

Una sonrisa se expandió por todo su rostro al verlo saludar a sus padres.

Tristan lo había llevado de vuelta a su casa a eso del mediodía, pero tuvo que irse rápido porque Liam tenía terapia. Tan pronto como cruzó la puerta de su hogar, se sintió ofendido cuando todos preguntaron primero por su chico en vez de como le había ido ayer, pero no los culpaba, él hubiese hecho lo mismo.

Esperó pacientemente en el marco que daba a la sala en lo que Mark culminaba sus felicitaciones por su nuevo año de vida y no perdió la oportunidad de tratar de persuadirlo por enésima vez para que estudiara Filosofía en vez de Escritura Creativa. Las gemelas jalaron sus manos para obtener su atención y dirigieron sus dedos índices como flechas al dardo hacia donde él estaba parado.

A través de las obras de Vincent van GoghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora