-Es la primera vez que estás aquí por infringir las normas, así que, por esta vez, lo dejaré pasar. -Hizo una pausa para ojear mi expediente médico, volvió a dirigir la vista hacia mí.- Audrey, vas muy bien, estás mejorando; no lo estropees ahora. -Sonrió y hice una mueca, poniendo los labios en una línea.
-Gracias, señor. -Dije levantándome y disponiéndome a abandonar el despacho.
-Eh... espera. Hay algo más que debo comunicarte.-Me volví y fruncí el ceño durante un segundo, extrañada, pero no volví a sentarme. Prosiguió. -Llevas aquí casi 3 meses y la realidad es que no has hecho más que mejorar. Hemos hablado con tu madre, y hemos decidido permitirte salir los fines de semana.
Mis piernas temblaron. Iba a salir de ahí, al menos los fines de semana. Estaba asustada, yo misma sabía que en realidad no me estaba curando, sólo fingía hacerlo, y al parecer, lo hacía de muerte.
Había olvidado cómo olía madera mojada del banco cerca del Támesis. Las tostadas recién hechas de Pauline. El olor del pelo de Parker cuando se despertaba los domingos. Lo echaba de menos, echaba de menos mi vida, y sólo habían pasado 3 meses.
-Podrás salir los viernes a las 6 de la tarde y regresarás los domingos a las 8, antes de que cierre el centro.
-Yo... tengo una pregunta.-Repliqué, no muy segura. Hizo un movimiento de cabeza, dándome el permiso para continuar.-¿Puedo... saber qué pasará con Eric?
El director del centro de salud mental Bethlem Royal Hospital me miraba, tomándose su tiempo para interpretar mi expresión. Eric se había intentado escapar de aquí en más ocasiones. Después de que nos pillaran bajando hacia nuestras habitaciones, se lo llevaron. Ha pasado una semana y no he vuelto a verle.
-Eric ha cometido demasiadas infracciones. A partir de aquel día, no se le permite salir de su habitación más de 45 minutos, para almorzar. Las demás comidas las hace en su nueva habitación asignada. En el área más segura del centro.
-Vale, gracias.
***
Era viernes, las 6. Estaba en la sala de espera, con un par de mudas, esperando a que mi madre viniese a recogerme. Había hablado con el director y no cabía la posibilidad de quedarme en casa de otra persona que no fuese mi tutor legal, en este caso era ella.
Entró con las gafas de sol puestas y se acercó a mí, besándome la mejilla. Me levanté y crucé las puertas del hospital, feliz. Aun sabiendo que debía volver el domingo. El trayecto lo hicimos en silencio tras un '¿Cómo estás?' desinteresado de su parte y un escueto 'Mejor.' de la mía.
La casa de mis padres estaba en uno de los barrios más prestigiosos de Londres, era bonita. Los muebles de Italia, heredados de mi bisabuela por parte materna. No sabía con certeza si mi padre había regresado después de todo. Él y yo siempre hemos parecido 2 extraños. Trabajaba todo el tiempo y a penas lo veía, y cuando lo hacía estaba demasiado ocupado al teléfono como para prestarme la atención que yo le pedía.
Rita fue la que me salvó de ese caos. Rita, Rita, Rita. La había extrañado tanto. Yo la trataba como a una verdadera madre, a pesar de ser la criada, y ella me trataba como una verdadera hija.
En mi habitación todo seguía igual. Las bolas de nieve en la estantería de la izquierda. La pared de la ventana repleta de fotografías. La cama impecable. Kara apoyada en la pared. Espera, ¿Kara?
-Me alegro de que hayamos vuelto, aunque sólo sean 2 días. -Dijo alisándose la falda azul marino con las manos pálidas. -Echaba de menos esta habitación. -Sonrió.
-Tú deberías de haberte quedado allí. Déjame ya en paz. No existes. -Dije, evitando mirarla.
Ella resopló.
-¿Otra vez con eso? ¿Cuántas veces tengo que repetirte que ves muertos?
Salí de la habitación, cerrando de un portazo. Avisé a mi madre de que iba a salir, que dormiría en casa de Claire, aunque en realidad, no lo haría. Salí de casa después de escuchar que tuviese cuidado.
Parker no lo sabía. Había decidido darle una sorpresa. El autobús me dejó a una manzana de su piso. Me había hecho 2 trenzas al salir del centro. Con unos leggins y un jersey de color burdeos, junto con unas zapatillas negras.
Llegué al portal y entré con una vecina que ya me conocía de haberme visto por allí. Subí al segundo piso y me dirigí a la puerta C. Enfrentándola, me peiné un poco el flequillo y toqué al timbre. ¿Por qué estaba nerviosa? El sonido de la puerta abriéndose me hizo reaccionar.
-Sorpresa.
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Pills.
Teen FictionEs demasiado desastroso como para tener una descripción. -NightBirds00.