Capítulo 3.

185 22 5
                                    

Eran las 2.53 de la madrugada cuando los respingos cesaron y creí sentir que me dormía, envuelta en un calor familiar, ameno. Lo primero que vi al abrir los ojos fue el torso desnudo de Parker, apoyado en la barandilla del balcón de su pequeño piso cerca de nuestro lugar.

Miraba al frente mientras fumaba, no estoy segura de qué era esa vez. Me levanté y me miré en el pequeño espejo que colgaba en la pared. Mis ojeras, mezcladas con el maquillaje de ojos corrido por mis mejillas me hicieron bajar la vista a la alarma que había en la mesa; las 7 de la mañana.

Cubrí mi rostro con  mis manos mientras respiraba hondo. Noté sus pasos detrás de mí. Sus manos frías ahora estaban en mis caderas, y yo temblaba al contacto de su piel con la mía. No me dijo nada, sólo besó mi clavícula y me abrazó.

Volvimos a entrar en la única cama individual que tenía la habitación. Pese a que los padres de Parker tenían dinero, él decidió irse a vivir sólo, y no quise preguntar por qué.

Él no era una de esas personas que te traen flores, y mucho menos el desayuno a la cama. Simplemente escuchaba y comprendía las cosas. Quizás sería eso lo que me mantenía pegada a él la mayoría del tiempo. Aunque en muchas ocasiones, nos dedicasemos al silencio. Me hacía sentir mejor el saber que no estaba sola en todo aquello. Me hacía pensar que no estaba tan loca como creía.

Las sábanas cubrían nuestras cabezas, y debido al reducido espacio, estabamos a escasos centímetros. Nuestros ojos seguían conectados, hasta que los cerré poco a poco y musité casi inaudiblemente un 'lo siento'. Él chistó suavemente mientras me abrazaba acariciando mi espalda.

***

Entré en el portal cruzándome con Adele, la vecina de arriba. Intentó hablar, pero la corté antes de que empezase.

-Hoy no, por favor.

Suspiró y continuó barriendo el suelo.

Subí las escaleras lo más rápido que pude y, metiendo la llave en la cerradura, accedí al piso.

Había una nota pegada en la fotografía de mis primos en la playa. Retiré la nota sin leerla y me quedé fija en la imagen. Parecían felices. Quizás yo lo había arruinado todo al pedirles ir a vivir con ellos. Pauline era preciosa; joven, pelo largo y castaño claro, ojos profundos y azul celeste y tenía una sonrisa preciosa. Su pareja, tampoco se quedaba atrás, hacían buena pareja.

Bajé los ojos y leí la nota.

"Hemos tenido que salir por una emergencia, es el padre de Stephan; volveremos en un par de días, por favor, portate bien, y ve a clase."

Suspiré. Era un cáncer terminal, lo diagnosticaron hace 3 meses, y todos sabíamos que no podría aguantar mucho más. Puto cáncer.

Fui a la cocina y saqué el tupper con los macarrones con queso para luego meterlo en el microondas y acabar comiéndomelo. Después de dormir unas horas, hice algunos ejercicios de los muchos que debía haber hecho para el día siguiente y me fui a dormir; o a intentarlo.

***

La alarma sonó a las 6. Y después de ducharme y vestirme con una blusa blanca y una falda negra, unas medias oscuras casi transparentes conjuntadas con unas botas tobilleras del mismo color a parte de una bufanda y un abrigo, cogí una manzana y salí echando la llave.

Me maquillé un poco en el trayecto en ascensor y me eché a andar por las frías calles de Londres al atravesar la puerta de mi portal. Llegué justo a tiempo a la parada de autobús y subí sin importarme que los dos chicos un año mayor me mirasen. Que les den.

Philip tardó los habituales 15 minutos en conducir hasta mi instituto. Fui la primera en bajar, y al hacerlo, me dirigí a clase lo más rápido que pude. Ya había llegado gente cuando entré al aula. Desviaron las miradas de sus conversaciones posandose en mí. Llevaba un mes entero sin pisar las clases.

Me senté al fondo esperando a Claire, que como siempre, llegaría la última. Un mensaje.

"Voy a comer hoy contigo, tenemos mucho de lo que hablar. Te espero en casa de tu prima. Un beso, mamá."

Mierda.

Pills.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora