◖Capítulo 2◗

430 31 0
                                    

...Tiempo atrás...

Un grito desgarrador en lo más profundo de Desembarco del rey llamó la atención de los guardias quienes de inmediato fueron en auxilio de quién lo necesitara, su gran sorpresa fue ver al príncipe Aemond en el piso con la mano sobre el ojo derecho del cual salían borbotones de sangre mientras el príncipe Lucerys sostenía una daga manchada con la misma sangre. Los niños fueron llevados a la sala principal donde un maestre suturaba la cuenca ahora vacía, el joven castaño miraba con miedo la terrible escena donde más gritos se acumulaban puesto que no había tiempo para relajantes, un poco más y el menor platinado sufriría una anemia terrible por la pérdida de sangre.

—Espero estés feliz de que lo me has hecho ¡bastardo! —un enfurecido Aemond pese a su corta edad blasfemaba como todo un adulto. Decidido a tomar revancha por cuenta propia rompió una botella que estaba a su costado lanzándose directo a su sobrino —Me quedaré con tu ojo ¡maldito bastardo! —clamó iracundo. No contaba que su plan se vería frustrado por la intromisión de su hermano mayor, Aegon.

—¡Détente! —sostuvo a su hermano menor por los hombros impidiendo que llegase hasta Lucerys —¡Aemond basta fue un accidente! —su hermano menor pataleaba desesperado por soltarse —¡Cálmate! —lo arrastró hasta la silla donde le obligó a permanecer contra su voluntad —Estás actuando como un imbécil, eso te pasa por querer hacerte el valiente —gritó al contrario.

—¡ME ARRANCÓ EL OJO! —Aemond se levantó de la silla hacia a su hermano más fue empujado de regreso a este.

—¡Tú te lo buscaste! ¡¿Crees que no te conozco?! —ver a Aegon molesto era algo que siempre le intimidaba, aunque esta vez le daba coraje que estuviese de parte de su atacante —Jace, Luke, vayan con su madre. Mi hermano está un poco alterado por sus propias acciones —se acercó al más chico palmeándole la cabeza, acomodando sus manos sobre sus rodillas para llegar a la altura del más chico—Luke, que esto te sirva como recordatorio de no usar objetos peligrosos ¿de acuerdo? Por más que ese estúpido te provoque, no le respondas. Váyanse —una sonrisa cálida le dio la confianza que ni el mismo Jacaerys provocaba en él.

Jace sostuvo de la mano a su hermanito llevándoselo de ahí sin darle oportunidad de darle las gracias a su tío, desde ese momento aquel recuerdo sería lo más importante para Lucerys ya que ni siquiera su hermano pudo enfrentarse a la ira de Aemond.

En cuanto los dos castaños salieron del cuarto en busca de Rhaenyra, los dos platinados continuaron con sus reclamos sin saber que esa disputa afectaría su relación fraternal.

—Pudiste ponerte de mi lado ¿sabes? Fingir por un momento que te importo — el menor hacía gestos de dolor, las suturas se movían con cada gesticulación haciendo arder la piel.

—Claro que me importas tonto, es solo que no puedo permitir que estos arranques que tienes continúen, terminarás matándote un día de estos —Aegon caminaba de lado a lado mirándole no con compasión sino más bien juzgando su poca tolerancia.

—Pudiste ser un poco más compresivo conmigo, pareciera que estás enamorado de ese bastardo — apoyó la cabeza sobre el respaldo buscando aliviar un poco la presión de la sangre.

—¿Puedes dejar los insultos de lado? Si son o no lo son, no te incumbe. Además, nadie te echa en cara que tu huevo de dragón nunca eclosionó, ningún Targaryen tuvo que robar un dragón como lo hiciste tú — exclamó notablemente molesto.

Durante la coronación de Rhaenyra, Aemond decidió no asistir ya que en los cielos observó un dragón volar, era tan grande que no pudo negarse a la oportunidad de tenerlo. Aquella enorme bestia pertenecía a la ex y difunta esposa de Daemon Targaryen, actual esposo de la reina. Vhagar al ser una dragona de mucha edad buscaba campos solitarios donde dormía por muchas horas, sin embargo, esa noche decidió reposar a orillas de la playa. Ahora pertenecía a un chiquillo con grandes ambiciones.

[Alma de dragón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora