◖Capítulo 8◗

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3 días para la boda verde

Lucerys había pasado sus días tratando de evitar encontrarse con Aemond, con Jace e incluso con Aegon para evitar tocar el tema de su boda, algunas veces era inevitable cruzar una que otra palabra, aunque de ser posible mientras menos mejor. Su tío había optado por mantenerse a distancia, empero el interés entre ambos nunca cesó, curiosidad le llamaban; el mayor solía encontrarse en las esquinas con él, tomarle de las manos, robarle uno que otro beso, mirarle fijamente hasta que el joven Velaryon bajaba la mirada o la dirigía a otro lado. Luke nunca lo aceptaría, inconscientemente propiciaba esos encuentros. Entre los dos había crecido un afecto inocente que se desencadenaba cada vez que se veían, el contacto entre ambos había sido tan constante que sentimientos ocultos comenzaron a surgir.

Jacaerys se había vuelto cada vez más irritable, su esposo solo le soportaba por el inmenso amor que le profesaba pese a que su vida marital iba cada vez más en pique. Aegon no comprendía por qué siempre estaba de mal humor, una explosión detonaba cada vez que intentaba tocarlo o exigir sus derechos de marido, quizás Lucerys ayudaría a entender la mala racha que atravesaba en su matrimonio. Al finalizar una de tantas comidas familiares, el mayor de los hijos de Alicent decidió verse con él a las afueras del castillo, más precisamente en el jardín que tanto le gustaba. No necesitaban verse en secreto, no había nada que ocultar.

—Aegon, disculpa la tardanza — el menor tomó asiento al lado de su cuñado, muchas dudas tenía sobre lo que quería hablar con él. —¿Qué sucede? Te noto un poco extraño, esta mañana casi ni probaste tus alimentos —el segundo hijo de Rhaenyra era quizás el único que se percató de la ausencia del buen humor del platinado.

—No tienes que disculparte. Luke, iré al grano para no robarte tiempo... las cosas entre tu hermano y yo están tensas, podría asegurar que no están bien y es por ello que he decido recurrir a ti — le sujetó de las manos apretándolas con suavidad. El contrario no se percató que la cercanía que tenía con quien fue su primer amor ya no causaba nada, ni un solo latido agitado, ni la emoción de que sus pieles estuviesen juntas de manera desinteresada. Nada más que cariño fraternal —He notado que tu boda con mi hermano es lo que le tiene así ¿Sabes por qué? —en su mirada podía ver la desesperación. —Sé que mi hermano no es precisamente el mejor partido para ti, además de ello ¿Conoces alguna otra razón o circunstancia que le tenga así? —sus ojos violeta rogaban por la respuesta.

—N-No, no sabría decirte —la pregunta le causó nervios ¿Ya estaría sospechando? —Tal vez, está preocupado por mí, no lo sé. Jace no es una persona que sepa cómo demostrar sus sentimientos —intentaba sonar convincente, lo más que pudiese.

—También pienso lo mismo y es por ello que quiero hacerte la siguiente pregunta: ¿Amas a Aemond? ¿Está tratándote bien? —en ningún momento soltó sus manos, Luke tampoco quería hacerlo, odiaba verlo triste.

—S-Sí ¿Por qué preguntas? —esperaba que no indagara más allá, las ideas se le acababan. No podría jurar por un amor que no existía ni mucho menos sostenerlo cuando en su rostro la respuesta sería obvia ¿o sí?

—Bueno, lo que ocurrió entre ustedes de niños creí que dejaría una herida muy profunda que nunca sanaría y ahora estás a punto de casarte con él. Luke ¿En qué momento sucedió? No quiero detalles... personales, pero ¿En qué momento pasó todo? Cuando rompí nuestro compromiso ¿Ya te veías con él? Y sí era así ¿Por qué me dijiste que entrarías al camino del septo?— seguía con la insistencia de saber no detalles íntimos más bien de cómo fueron acercándose hasta el punto de ya comprometerse, por más que intentaba unir las piezas su rompecabezas no tenía ni pies de cabeza.

[Alma de dragón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora