Capítulo VIII

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- Siendo tú hubiera escapado antes preciosa- escucho que dice-. Ese hombre lleva tras de mí por años y siempre me río en su cara- termina entre risas Vane-.

-Seguro ahora mismo mi cabeza tiene precio, conociéndolo no dejará tal ofensa así- le respondo recordando como hui el día de nuestra boda antes de entrar en la iglesia-.

El agua a mi alrededor ya está bastante sucia por lo que decido que es el momento de salir de la bañera. Al salir veo mi ropa destrozada tirada en el suelo, siendo imposible volver a cubrirme con ellas. Agarro una de las mantas de la cama y me cubro con ella todo el cuerpo para acercarme al biombo que me separa de Vane.

- ¿Puedo pedirte una cosa Vane? – le digo mordiendo mi lengua, perdiendo mi orgullo ante la pregunta que le voy a plantear-. ¿Me podrías prestar algo de ropa?-.

- Preciosa, comienza a llamarme Axel, sino a ningún sitio vamos- me responde con una sonrisa-.

- ¿Me prestas ropa limpia Axel?- le pregunto mirando al suelo para evitar ver su sonrisa de superioridad-.

- Pues claro preciosa, dame un momento- dice mientras se levanta para salir de la habitación dejándome sola-.

Aprovecho que a dejado la habitación y me acerco a su escritorio con intención de descubrir algo útil. Me acerco a su silla y sin retirarla ojeo los papeles del escritorio. Tiene un cuaderno cerrado sobre un enorme mapa tallado en la propia madera. Ojeo a mi alrededor, asegurándome de que Vane no anda cerca como para darse cuenta.

Abro el cuaderno y ojeo la primera hoja algo confusa, está todo escrito en un idioma que no entiendo, pero las formas de la letra se me hacen muy familiares, como si concentrándome mucho pudiera entender lo allí escrito. Al pasar de página veo unas cruces marcando un dibujo, como un mapa muy esquemático.

Escucho risas. Cierro el diario de golpe y me siento en la cama envuelta con la manta. Las risas suenan al otro lado de la puerta y tres piratas entran en la estancia. Me miran de arriba abajo, intentando ver a través de la manta que me cubre haciendo que mis mejillas se coloreen y provocando sus risas.

- ¡Chicos, coged la bañera y largaros de aquí ahora mismo!- exclama Vane cabreado haciendo que los tres hombres agachen la mirada y se apresuren en seguir sus órdenes-.

Una vez escucho cerrar la pesada puerta de nuevo levanto mi mirada para mantenérsela a Vane y no demostrarle el nerviosismo que recorre mi cuerpo entero.

- Aquí tienes- me dice dejando un montón de ropa a mi lado-.

Espero que atraviese el biombo y escucho su silla, mostrando que a tomado asiento. Ya entonces agarro la ropa y la observo. Es ropa muy femenina y la observo nerviosa al ver lo poco que me taparán y todo lo que mostrarán.

- Axel, ¿tengo que ponerme esto?- inquiero nerviosa-.

- Puedes ponerte tu antigua ropa, ¿Qué pasa, tienes vergüenza preciosa?- me responde sin duda con una sonrisa en su cara-.

Me abstengo de contestar y agarro las ajustadas mallas marrones y las paso por mis piernas, dejando que la tela se acomode a mis caderas. Agarro la camisa blanca y me la abotono metiendo la tela en la cinturilla de las mallas. Por último agarro las botas altas y observo el increíble tacón que llevan y me las pongo con ganas.

- ¿Contento?- le pregunto a Vane una vez termino-.

- Todavía no- me dice provocando que me confunda-.

Observo como se acerca a un baúl junto a la cama y lo abre, sacando un montón de prendas y dejándolas en la cama. Se acerca a mi y tira de mi brazo, dejándome frente a él. Sin poder evitarlo quedo enganchada en sus ojos grises, que inconscientemente chocan con los míos marrones. Me percato de que a pesar de tener unas botas altas, Vane todavía es más alto que yo, haciéndome entender lo grande y fuerte que es.

No se porque no lo aparto en ningún momento, simplemente lo dejo hacer. Agarra un corset marrón y lo coloca en mi cintura y por debajo de mis pechos, apenas rozando estos mientras aprieta las tiras de cuero que lo mantienen sujeto.

Se me acelera la respiración y suelto un leve suspiro cuando posa sus grandes manos en mis caderas mientras coloca un cinturón en ellas, dejando caer una tela tras mi cadera al finalizar mi espalda.

Mi nerviosismo aumenta cuando siento como aparta el pelo de mi cara con una cinta roja que ata con un nudo y siento que desfallezco cuando coloca unos aros dorados en mis orejas con mucha delicadeza.

- Ahora si estoy contento- escucho que me susurra en el oído, sintiendo su aliento en mi nuca y haciendo que mi nerviosismo aumente-.

Me aparto de repente, siendo consciente de lo extraño de la situación y por lo que provoca en mi cuerpo. Borro de mi mente estos instantes y decido ignorar a vane observando mi ropa y accesorios nuevos.

- ¿Cómo te pago todo esto?-pregunto-.

- No es necesario preciosa, un regalo por tu compañía- me responde-.

- Creo que estoy aquí en contra de mi voluntad, ya que si soy invitada desearía marchar a mi barco Vane-.

- Primero soy Axel y después tan solo eres una invitada especial- continúa observándome-.

- ¿Por qué me has traído a mí?- le pregunto con duda-.

- Sinceramente no lo se, cuando te vi en la cubierta y te reconocí no pude evitarlo, tienes algo que me fascina- explica acercándose a mi-. Además está esa mirada que tienes, que desafía a todo el que se te acerca- continua cada vez más pegado a mi-.

Retrocedo a medida que se me acerca hasta que siento el borde de la cama en mis piernas, haciendo que tropiece hacia atrás y me apoyo sobre mis codos para ver como se aproxima a mi, pero me alejo de él saliendo de la cama por el lado contrario.

-Vane, tú ahí y yo aquí- le digo con desafío-.

- Tranquila preciosa, no te obligaría a nada, aunque no lo creas nunca me han faltado mujeres y nunca han sido obligadas- dice retrocediendo e irguiéndose ante mis palabras-.

Se da la vuelta y camina de nuevo a su escritorio para abrir un cajón lateral y sentarse en la silla con un libro de la mano a leer.

- Grace, hazme el favor y sal a cubierta en busca de Fersen- me dice sin mirarme-. Dile que necesito su consejo con el mapa-.

- ¿Qué mapa?- pregunto intentando sacarle información o algo relacionado con ese extraño diario-.

- Si estuvieras en mi barco y bajo mi mando te lo diría, mientras tanto búscalo en el comedor- termina ignorando mi cara de fastidio-.

Suspiro de frustración y me acerco a la puerta de madera para girar la llave que se encuentra en la cerradura y abandonar la estancia dando un portazo. Giro sobre mis talones mirando la cubierta, donde casi no hay piratas y los que se encuentran en ella están muy concentrados en lo que sea que estén haciendo.

No lo dudo mucho y camino unos metros hasta la puerta de más allá y entro deprisa sin ser vista. Miro mis alrededores. Estoy en un pasillo apenas iluminado con velas a los lados y muchas puertas, además de ver unas escaleras al fondo.

Ignoro a mi cabeza y sus pensamientos que me hablan de la mala idea que acabo de tomar y de que debería hacer lo que se me ha ordenado, largarme del barco o simplemente salir de aquí antes de que me vea alguien.

Respiro hondo y con cuidado de que los tablones de madera no crujan a mi paso debido a mi peso, atravieso el estrecho pasillo, por si tras las puertas hay algún camarote con hombres dentro y me encamino a las escaleras que descienden en forma de caracol. 

Sangre RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora