Capítulo I

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Francis Flynn, ese es el nombre de mi prometido, responsable de la muerte de mi abuela y puede que de mi hermana en un futuro. Comandante de la Marina y futuro padre de mis hijos, asesino de miles de piratas y dueño de una gran flota comerciante. Según mis padres es todo lo que necesito y más. Rico, poderoso, mayor, aborrece la piratería... En resumidas cuentas, mi futuro infierno.

Mi abuela murió hace diez años, ahorcada por ordenes de mi prometido. Eso le concedió su puesto, por atrapar y matar a la famosa Serena Delamar; mejor conocida como la reina de la piratería. 

Recuerdo su muerte, como la colgaron en la entrada del puerto como amenaza a los piratas. Mis padres eran felices. Eran altos nobles y podían eliminar la mancha que dejaba mi abuela en el apellido familiar.

Ella se casó a los catorce años con el conde Delamar, trajo al mundo tres hijos, entre ellos mi padre. A los veinte se escapó, se unió a un barco pirata y luego fue su capitana y vivió miles de aventuras, además de volverse en la pirata con más riquezas de los mares.

Después mi padre se casó, tuvieron a mi hermana Mary y luego a mí. Mi abuela al enterarse, decidió conocernos a escondidas y a escondidas nos visitaba y contaba historias del mar. Mis padres lo descubrieron y cuando cumplí siete, la entregaron a la guardia de la Marina (mi prometido).

Recuerdo que mi hermana era la prometida de Francis, pero al enterarse y después ver como mataban a nuestra abuela, escapó. Solo que mucho más joven, con quince años. 

Tengo entendido que mi hermana comenzó en un barco mercante y vivió como ladrona, luego se unió a una tripulación y por las últimas noticias que escuché de ella ahora comanda su propio barco pirata, además tengo entendido que la conocen como la nueva reina pirata, por ser nieta de Serena.

Claramente mis padres la desprecian y es buscada por la Marina. 

Y así es como terminé prometida con un hombre veinte años mayor que yo.

Mis padres me comenzaron a criar desde ese momento como heredera del apellido Delamar. Por lo que desde ese punto viví encerrada en mi casa. Mis padres no me permiten salir, tienen miedo de que me escape como Mary, por lo que vivo vigilada durante todo el día.

Se acerca mi boda, en cuatro días haré los diecisiete y me casaré.

Teóricamente.




-Señorita, es hora de que se levante- dice una criada entrando por la puerta de mi habitación-. Abajo la espera su madre junto al vestido de bodas-.

Me deprimo al escuchar sus palabras, me levanto sin ganas y me dejo desnudar y bañar por la criada para acto seguido ser guiada hasta el salón. Donde veo a mi madre sentada en el sillón esperando por mí.

- Grace, desnúdate- dice seria-.

Así hago y dejo que me inspeccione.

- Eres toda una mujer, no nos decepciones y compórtate esta noche- me dice-.

- Madre, no me quiero casar- le explico-.

- No es tan malo como parece querida, duermes con él varias noches, quedas preñada, le das un hijo y se olvida de ti. Todos los hombres lo hacen, se aburren de nosotras y solo lo tendrás que ver en eventos sociales- termina seria-.

- Madre yo no quiero eso, quiero conocer mundo, ir en busca de Mary y- intento decir antes de que me corte-.

- No digas ese nombre, no lo quiero escuchar de tu boca- continúa seria-. La volverás a ver colgada y deja de soñar con el mundo, tu mundo serán tu marido e hijos, fin del asunto- prosigue-. Y esta noche, no llores, hazle contento y no sufrirás tanto- termina-.

No digo nada más y me dejo vestir, peinar, enjoyar y acicalar por los criados.

Al dar las campanadas de mediodía salgo por la puerta principal junto a mi madre y soy guiada a un carro. Me siento y veo el paisaje tan conocido de camino a la iglesia. De camino a mi boda. De camino al final de mi vida. Siento a los caballos detenerse y a mis piernas bajarse del carro sin yo querer.

Una vez en la entrada de la iglesia mi madre se detiene.

- Espera un momento, voy por tu padre, te tiene que acompañar él- explica entrando por la puerta lateral del edificio-.

Miro a un lado y a otro, hay gente comprando en los puestos de verdura y pieles de la pequeña plaza. No me importa que me vean y me delaten, es mi oportunidad.

Corro.

Agarro mi vestido y corro.

No dudo ni un instante. Atravieso la pequeña plaza esquivando a la gente y entro en una calle lateral. Sigo corriendo y escucho voces tras de mi. Giro la cabeza y veo a mi padre y a dos guardias tras mi espalda. Acelero el paso, tiro el ramo al suelo, me quito el velo que cubre mis ojos y también lo tiro. Cada vez están más cerca. 

Veo unas escaleras y corro hacia ellas, tropiezo con un peldaño y caigo un  par de escalones, siento un dolor en el tobillo al ponerme de pies. He perdido un tacón, pero sigo corriendo ya que me está alcanzando un guardia.

Giro en la esquina y choco de frente contra un hombre. Me levanto rápido y miro al desconocido de ojos grises y pelo negro desordenado.

- ¡Suéltame!- le digo cabreada al sujetarme de los brazos-.

- Tranquila fiera, ¿cómo te llamas?- dice el misterioso hombre-.

Escucho a los guardias, me han alcanzado. Pateo al desconocido en la rodilla haciendo que me suelte. Medio tropiezo y un guardia me agarra haciendo caer. Agarro mi zapato y le golpeo con el tacón en la frente.

Grito.

Comienza a sangrar.

Mancha mi blanco vestido y mis manos.

El guardia se desploma junto a mi.

Me levanto y veo al hombre de antes, me estudia. No lo dudo y corro, pero siento su mirada quemándome. Sigo calle abajo.

- ¡Irás a la cárcel!- escucho gritar al otro hombre tras de mi-. ¡Coged a la asesina!-.

Escucho a la gente murmurando a mi alrededor, pero no me paro.

Veo frente a mi la calle de tabernas y posadas. Entro en la primera con la puerta abierta y atravieso las mesas repletas de gente entrando en las cocinas y saliendo por la puerta de atrás dando a la calle contigua y dejando un gran grupo de gente asustada y sorprendida.

A lo lejos veo el puerto.

Continúo descendiendo por la calle y me adentro en la zona marinera, corro por el paseo marítimo y entro en el astillero.

Tres guardias más se suman a la persecución al ver como huyo del primero. 

Veo un barco a un poco de distancia, acaba de abandonar el puerto.

Llego al final del embarcadero y salto.

Me sumerjo en la helada agua del mar y vuelvo a la superficie. 

Respiro.

Veo a los guardias deshaciéndose de su traje para saltar tras de mi.

No espero por ellos.

Nado.

Nado todo lo rápido que me permiten los brazos a pesar del vestido que me entorpece.

Llevo más de diez minutos y siento que no puedo más, sigo estando muy cerca del puerto pero lejos del barco.

Unos brazos me sujetan de las axilas y tiran de mi. Me revuelvo e intento patear a quién me sujeta.

- ¡Tranquila, te voy a ayudar!- grita una voz de mujer intentando detenerme-.

Paro y veo que estoy en una pequeña barca de remo. La mujer frente a mi lleva su pelirrojo pelo recogido en trenzas bajo un pañuelo. Es alta. Me tranquilizo.

- ¿A donde me llevas?- pregunto-.

- Al Aguasnegras- dice comenzando a remar-.

- ¿Cómo te llamas?- continúo-.

- Vivien- responde la mujer-.


Sangre RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora