Todo comienza cuando Hiroko Masako decide trabajar en un restaurante, pero hay un pequeño detalle; ella es sorda. Además de que la novia de su jefe la odia y su jefe que es un tanto malhumorado con ella. Aunque conforme avanza el tiempo, Taiju encue...
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Había ocasiones en las que Hiroko pensaba en su vida, el como termino así y porque no se inclino hacer las cosas que le gustaban. Su mayor sueño era ser una gran pintora, aquella que transmitiera sus sentimientos en los grandes lienzos, pero claro que jamás se animo a ir a una escuela especializada en artes, ni tampoco había tocado un lienzo, simplemente dibujaba en una libreta pequeña, cosas que solo serian para ella. Nadie sabia sobre sus sueños, ni que sabía dibujar, simpemente era algo personal, algo que le gustaba mantener en secreto.
Para aquella noche, el restaurante estaba lleno, todos anhelando probar la infinita cantidad de platillos que el lugar ofrecía, Hiroko pensaba que mas que el sabor, era la forma tan estética con la que los platillos eran presentados. Taiju por su parte, miraba por las cámaras lo que sucedía, aunque solía ver todo el entorno, su mirada estaba fija en cierta mujer, le parecía tan impresionante como se desenvolvía, incluso cuando parecía un conejito asustado.
Frunció el ceño al notar como una mesa de cuatro hombres le sonreía a Hiroko de forma coqueta, aunque esta parecía no entender la situación.
—Señorita.—dijo uno de los hombres; cabello peli-rojo, con unos ojos verdes tan preciosos.
La peli-rosa se detuvo, girando sobre sus talones para observar bien al hombre frente a ella, este estaba bastante cerca de Hiroko, ocasionando una gran incomodidad para la fémina.
