Cᴏɴᴏᴄɪᴇɴᴅᴏ ᴀ ᴜɴᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ Uᴄʜɪʜᴀ

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David

Me levanté de mi cama medio dormido, sonámbulo en otras palabras.

Fui al baño, hice mis necesidades y me dirigí como de costumbre a la mesa para comer. Restregué mis ojos ya que seguían un poco cerrados, y fue ahí cuando escuché una voz:

— Buenos días, David —sentí un beso en mi cabeza, seguidamente de eso escuché como un plato se asentaba sobre la mesa.

Abrí mis ojos con lentitud, antes de ver a... ¡¿Kushina y Minato?!

¡¿Qué?!

Me di una bofetada fuerte en mi mejilla, llamando la atención de la pareja... Sólo espero estar soñando.

¡Pero adivinen! ¡No estoy soñando!

Empecé a respirar con agitación, muy desesperado.

— ¿Te encuentras bien? —preguntó Minato alzando una ceja.

En ese instante, acordé TODO lo que me pasó ayer.

Inhalé y exhalé, para luego mirar al rubio mientras tragaba saliva y mi respiración volvía a la normalidad.

— Genial, tío —dije estando más calmado.

— Aquí tienes —Kushina me entregó la comida. Ella se sentó al lado de su esposo y todos comenzamos a comer en silencio.

Entonces un pensamiento me vino a la cabeza.

Se supone que soy el sobrino de Kushina, pero...

— ¿Qué pasó con mis padres? —pregunté a mis dos "Tíos".

Ellos intercambiaron miradas de sorpresa. Creo que no se esperaban la pregunta.

Luego me volvieron a observar. 

— ¿Por qué? —quiso saber Kushina.

— Curiosidad —contesté.

— Bueno... —Minato empezó a hablar—. Años después de que el clan Uzumaki se extinguiera, tus padres, dos de los últimos sobrevivientes; estando conscientes de que eran perseguidos por las demás aldeas a muerte, y con tal de mantenerte a salvo... pues, te trajeron con nosotros sabiendo de la estadía de Kushina aquí, y pidieron de favor que te tuviéramos hasta que ellos solucionen todo... pero... creo que eso no pasó.

Pude ver como la peli-roja hizo una mueca y dejaba de comer.

— ¿Murieron? —pregunté.

— No sabemos —negó Kushina—. Sólo no han regresado y ya. Tu madre era una buena amiga mía antes de que yo viniera a Konoha.

Un silencio incómodo reinó el lugar, silencio que Minato rompió con una sonrisa un tanto... Paternal y alegre:

— Pero lo importante es que estas con nosotros, y vivirás muy feliz hasta el último día de tu vida —garantizó cerrando sus ojos mientras sonreía. Yo también repetí su acción, pero la pregunta de Kushina me quitó aquel gesto:

  — ¿Tú no te acuerdas de eso? Tenías cinco años cuando pasó.

Negué con mi cabeza rápidamente—. Tengo una pésima memoria, tía Kushina.

Interviniendo en Naruto [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora