Misión de Rescate

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Kakashi tenía arrimada su espalda a un árbol cualquiera. Últimamente se había vuelto ajeno al mundo y se alejaba de todas las personas, inclusive de su hermano mayor, cuando antes eran inseparables. La muerte de sus compañeros de equipo verdaderamente la ha afectado, porque piensa que el culpable fue nada más ni nada menos que él mismo.

No se perdona, y vive sufriendo por eso. Ver sus manos le daba miedo. Recordaba como el chidori se situó en una de ellas y éste atravesó el delgado cuerpo de Rin.

Suspiró y miró el horizonte, hasta que unas viejas palabras de Minato le llegaron a su cabeza nuevamente:

<<Kakashi, es mejor que no vuelvas a usar ese jutsu. Tu ataque está concentrado en un punto, tiene poder y velocidad... Pero hace que te muevas demasiado rápido y no puedas ver si tu oponente va a contraatacar. Es un jutsu incompleto>>.

El peli-plateado se levantó del suelo y enderezó su cuerpo.

"Minato-Sensei dijo eso entonces, pero... Si uno el chidori y el Sharingan, el jutsu es perfecto".

Se quitó la cinta ninja del ojo derecho, dejando ver ese color rojo escarlata que hace temer a muchos. Hizo unos movimientos de manos y gritó:

— ¡Chidori! —electricidad empezó a surcar su mano derecha, la cual, tenía abajo, apuntando el suelo. Planeaba probar su nueva forma de ataque, sin embargo y en ese instante, la cara de Rin tomó un espacio en su mente; cuando la mató, cuando tenía su inocente rostro repleto de dolor y de su boca salía un hilo de sangre.

Con ese pensamiento y el dolor que le traía, Kakashi dejó de mostrar rayo en su mano, desvaneciendo el chidori por completo.

— ¡Oye! —una voz conocida se hizo presente, giró su cabeza a la izquierda y se percató de un chico muy... particular, con el que antes era mucho más cercano.

— ¿David? —preguntó sorprendido.

— ¡Hola! A los tiempos que hablamos —rió.

— Sí, a los tiempos...

No era secreto para nadie que la actitud del peli-plata había cambiado bastante, pero aún así, lo querían y deseaban que se sintiera mejor.

— ¡Estas aquí! —otra presencia se sintió en el ambiente, y ese era Guy, quien llegó a los dos chicos después de correr una maratón—. Hay una misión, Kakashi. Preséntate enseguida.

El peli-plateado asintió mirando al frente, caminó un poco, dispuesto a retirarse; pero terminó dándose la vuelta y miró a su amigo de cabellos rojos.

— Luego hablamos, ¿está bien? —dijo el Uzumaki metiendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, con una sonrisa demasiado alegre, característica de él. El Hatake no hizo más que asentir nuevamente, para ahora sí, irse de ese lugar.

David observó a Guy, y viceversa.

— ¿Tiene una misión?

— Sí, el Hokage se la asignó.

Y con eso, el de traje verde se retiró. David frunció el ceño, recordando lo que el Yodaime Hokage les había dicho a su equipo y a él esa misma mañana...

¿Misión? —preguntaron los cuatro chicos, consternados ante la información que acabaron de recibir por parte de Minato.

— Enviaré a Kakashi a una misión, pero quiero que lo sigan por si las dudas, ¿entienden? Él ahora no está bien, y necesita apoyo. ¿Podrían ayudarme con esto?

Los miembros del equipo cuatro intercambiaron miradas entre ellos, para que después, éstas volvieran al Hokage.

— Por supuesto, los haremos por usted, pero también por él —aclaró Santiago, a lo qué sus primos afirmaron con respuestas positivas.

Interviniendo en Naruto [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora