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El más fácil de cumplir fue el atardecer en la playa.

Te dije que daríamos un paseo y cuando me miraste con suspicacia te di un beso. Eso te hizo sonreír.

Tomamos un autobús que nos dejaba cerca de la playa para que no tuvieras que caminar mucho. Cuando la viste no dijiste nada, pero besaste mi sien con cariño y ojos brillantes.

Nos pasamos toda la tarde riendo, lanzándonos arena y agua. Afortunadamente, era un buen día para ti. No parecías sentir dolor.

Nos divertimos como niños y cuando ya estábamos demasiado cansados nos sentamos sobre la arena. Tu cabeza estaba apoyada sobre mis piernas y mis manos jugaban con un hilo desprendido de tu sudadera.

El aire era fresco. No era la mejor época para estar aquí pero era lo que teníamos.

Cuando el sol comenzó a descender y el cielo se tiñó de naranja y rosado, tú me miraste. Tenías lágrimas en los ojos. No sabía si era por el atardecer, porque sentías dolor o por otra cosa pero entonces sonreíste.

—Gracias —murmuraste.

Acaricié tu mejilla.

—Gracias a ti. —Me mordí el interior de la mejilla—. ¿Sam?

—Mhm.

—Te quiero.

Tu sonrisa jamás había sido tan brillante, tan feliz.

—Y yo te quiero a ti, Heather —respondiste con ojos brillantes antes de besarme—. Te quiero más de lo que creía posible.

Ese fue el día más feliz de mi vida.

Memories of SamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora