Capítulo 4: La violencia en tus caricias.

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Quizás porque el fuego siempre ha sido parte de mí

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Quizás porque el fuego siempre ha sido parte de mí. Quizás porque la destrucción ha sido mi amiga y las cenizas mi huella, he llegado a creer que soy la teoría del caos.

El efecto mariposa que desencadena un cataclismo en la vida de la gente. Aquello que no pueden controlar y que no pueden ver. Aquello que luchan por cambiar, y que a veces llaman destino, y otras veces llaman maldad.

Porque he sido el simple e inofensivo aleteo, y al mismo tiempo, fui el tornado dispuesto a todo devastar.

La ley de Murphy es algo arraigado a un principio empírico, un intento desesperado de explicar acontecimientos que desafían o se apegan a las probabilidades. Un concepto de resignación al mal llamado destino, "Si algo -bueno o malo- puede pasar, entonces pasará", tan simple como eso. No es una concepción negativa como muchas personas quieren verlo, no es algo que tenga que ver con la falta de fe en un resultado, es simplemente la certeza de que no puedes cambiar aquello que va a ocurrir, sin importar el sin fin de posibilidad y resultados, sin importar que tan infinitos sean, están escritos y, por ende, pasarán.

Y tan humanos como lo son todos, siempre habrá una negativa a la resignación, la idea de intentarlo lo suficiente o de no luchar lo suficiente está arraigada en nosotros tanto como nuestra existencia. Quizás por eso somos criaturas evolutivas y adaptables, podemos resurgir como el mito de un fénix y nuestra corta memoria nos garantiza una superación al trauma, y, al mismo tiempo, un círculo sin fin con los mismos errores.

Por eso tal vez el primer error de Hannibal fue intentar cambiar aquello que tenía que ocurrir, jugar con las probabilidades, aunque sea de forma inconsciente. Siempre se había burlado de aquellos que se ceñían al "hubiera" aquellos seres tan poco dioses que se lamentaban en lo que no fue, sin poder apreciar lo que ya es.

Y a diferencia de todos, Hannibal no era un ser común. No era un idiota sumido en la autocompasión, aunque incluso así se haya sentido en los últimos minutos de su antigua vida. Él era alguien capaz de entender que todo lo que se le había dado, tendría un precio, pero al mismo tiempo podía creer que si la ley de Murphy estaba en todo, también estaría en su segunda oportunidad.

Las consecuencias de todo aquello le cobrarían un precio incluso más doloroso que la primera vez, le quitarían las ganas de volver a abrir los ojos y las ganas de volver a ver aquellos ojos azul boreal, pero, aunque en el futuro sentiría ganas de arrancarse con las manos el corazón, en el presente Hannibal solo podía soñar día a día con la conexión que estaba naciendo entre su chico y él.

— Volvió.

Hannibal salió de su pequeña ensoñación y vio a la rubia ponerse de pie con una sonrisa extendida por todo su rostro. Su antiguo yo la había encontrado interesante, por eso la había guardo para sí mismo, por eso había decidido no matarla.

A través del tiempo, Te amo Will. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora