Capítulo 5: La terquedad del ciclo vicioso.

2K 329 223
                                    

"Permíteme ruina mía, sentir aquello que te atormenta el corazón, temblar por tus oscuros y sofocantes miedos, y ser la calma que te llene de alivio. Permíteme ser tu despertar esperanzador de las pesadillas que empañan tus sueños, y permíteme consolarte en las noches que huyas de ellos.

Permíteme tomar el dolor que te agoniza, sangrar por tus heridas, morir por tus desvaríos, y permíteme ser también la cura milagrosa del veneno de tu humanidad.

Permíteme ver toda la temida oscuridad que ocultas debajo de tu carne, y déjame amarte por ello y no a pesar de ello"

Debe morir. Debemos matarlo. Merece la muerte. Nos mintió. Nos traicionó. Merece la muerte. Apretar. Apretar. Apretar mas fuerte.

— Sé lo que eres.

Acabaré contigo.

— ¡No, detente!

Merece la muerte

— ¡Para!

No, debe morir.

— Es mi amigo, para.

No es tu amigo, nos traicionó.

— ¡No lo hizo, para por favor!

No llores, no merece nuestro llanto. Acabaré con tu dolor.

— ¡SUELTALO!

No seas estúpido, te estoy salvando. Devuélveme el control de mi cuerpo.

— ¡Es mi cuerpo!

Te arrepentirás de esto. Él te traicionará.

— ¡Largo de mi mente!

Volveré, Will.

— No te dejaré volver, Will.

************************************

Hubo un momento en la vida en el que se sintió hambriento. Hambriento de todo lo que el mundo puede ofrecer. Desde el arte, hasta lo perverso. Desde lo hermoso, hasta lo grotesco. Hannibal lo consumió todo.

Todo y aun así nunca se sintió suficiente.

Los humanos por naturaleza relacionan el hambre con alimento, la sed con la falta de agua, y el desamor, valga la redundancia, con falta de amor. Nunca te dicen que te puedes sentir literalmente hambriento por un amor. Nunca te cuentan de la hambruna que se siente en tu pecho por falta de alimento. Un alimento que solo puede darte una persona, o para ser precisos, la sensación de estar lleno que puede darte con solo mirar a una persona. Porque para aquellos como Hannibal, el amor y el hambre siempre iban de la mano.

Pero mucho antes de la hambruna actual, Hannibal sufrió hace años una hambruna literal.

La falta de alimento provoca cosas extrañas en la gente. Es capaz de despertar instintos de supervivencia que parecieron nunca estar allí, y te dan una descarga de adrenalina para hacer cosas que ni en tus peores pesadillas pudiste haber imaginado. Por eso el mayor secreto que ocultaba Hannibal, no era ser el destripador de Chesapeake. Tampoco ser Il Mostro. Ni siquiera que bajo los estándares del mundo sea considerado un caníbal.

No.

El mayor secreto de Hannibal se quedó enterrado en su memoria y bajo las ruinas de Klaipéda. En una celda mohosa y repleta de desesperanza. Aquella celda que le quitó a su hermana, y en el proceso, también su humanidad. Porque comer su cuerpo no fue el peor pecado para él, incluso si fue obligado a hacerlo. El peor pecado vino después. Después de saber de quién era la carne, y quién le había proporcionado sustento. Pues se podía librar de la primera culpa por consumir en ignorancia, pero no del segundo plato que rogó a los asesinos de su hermana.

A través del tiempo, Te amo Will. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora