Agobio azul

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Cream, ante el mensaje de su amiga, se dispuso a ordenar su casa lo que más le permitiera el tiempo antes de la llegada de la eriza. Barrió, acomodó algunas cosas y se dispuso a calentar agua para el te.

La coneja trataba de no pensar mucho en la conversación que ocurriría en unos momentos. Estaba muy sensible desde el suceso con Tails, lo sabía, tenía unas ganas inmensas de llorar a todo momento desde que el muchacho se fue, pero había logrado controlarlo intentando que sus pensamientos se alejaran lo más posible al respecto.

Lamentablemente, también sabía que Amy era extremadamente buena en notar los sentimientos ajenos. Con solo mirar un poco a alguien, ella sabía si esa persona estaba triste, enojada o contenta.

Cream tendría que esforzarse un poco más durante esta tarde.

En menos de 20 minutos, se escuchó un ligero y rítmico toque en la puerta.

Cream tomó una gran bocanada de aire y abrió la puerta dejando ver a su amiga.

Amy era una eriza de 27 años, mucho más madura de lo que fue en su infancia, lo que se reflejaba en su apariencia, sin embargo, aún mantenía gran parte de su energía tan característica.

Antes de que Cream abriera la boca para dar bienvenida a la chica mayor, Amy habló.

— ¡Cream! —y se abalanzó sobre ella—. ¿Cómo has estado? Hace tanto que no te veía.

Al ser abrazada con tanta efusividad, Cream se sintió vulnerable. No era que necesitara contacto físico continuamente, pero un abrazo con tanto afecto siempre era bien bienvenido.

En especial en estos momentos en los que se sentía tan sola.

La eriza se separó lentamente, observó a la coneja a los ojos y afectuosamente le sonrió.

— Me alegra mucho verte, Cream.

— G-gracias, Amy —respondió ella, intentando que no se notara el temblor en su voz.

— ¡Chao! ¡Chao! —Chocola se acercó a gran velocidad a las chicas a lo que Amy respondió emocionada.

Luego de unos minutos, ambas chicas se encontraban sentadas en el sofá con tazas de té y algunos bocadillos dulces que preparó la mayor.

— Cream, debo felicitarte por los arreglos de tu casa.

La coneja ladeó la cabeza en confusión.

— ¿Arreglos?

Amy asintió.

— La última vez que vine y habia nieve afuera, esto era un congelador. Se siente mucho más cálido, lo que sea que hayas hecho con la calefacción fue genial.

Eran los arreglos que dejó antes de irse. Aunque tratara de no pensar en él, se hacía presente sin un esfuerzo.

— G-gracias, Amy.

— ¿Cream? ¿Qué sucede? —se acercó rápidamente a la otra y tomó el rostro de la menor entre sus manos— ¿Por qué lloras?

Cream, quien no se había percatado de las lágrimas que corrían por su rostro, sintió su corazón estrujarse al ver el familiar y comprensivo  rostro de Amy.

Y eso fue todo.

La coneja comenzó a llorar desconsoladamente en el regazo de su amiga.

Algunas frases salían de su boca: "se fue" "no volverá" "es un tonto" "es tan infantil ahora "lo extraño mucho", entre otros, sin embargo, no se entendían por los sollozos que se mezclaban con el hablar de la chica.

Ilusión del Pasado | TaireamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora