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Él estaba solo en el salón. Las clases habían finalizado hacía un tiempo y muchos habían ido a los clubes a los que se habían unido, él por cierto a ninguno, así que en su lugar se quedó revisando los apuntes que tenía de matemáticas.

—¿Qué estás haciendo?

Los hombros de Tanjiro se sobresaltan y él se tensa muchísimo. 

En esos momentos se encontraba en el aula de clase, sentado en su asiento y con su cuaderno abierto. La joven de ojos lila-rosados estaba detrás suyo con su cabeza sobre su hombro y su boca muy cerca a su oído.

El pelirrojo no pudo abrir su boca para responder por culpa del nerviosismo.

—Solo repaso mis apuntes —respondió con una voz tensa y muy rápido, al tiempo que intentaba alejarse un poco de ella.

—Ah.

Aunque se alejó un poco de ella haciéndose hacia un lado en su asiento, Tanjiro tomó la decisión de mirarla.

La proximidad con la fémina fue tan estimulante que se asustó y cayó de la silla.

—¿Qué pasa? —preguntó Tsuyuri-san.

¡Estás muy cerca! —pensó gritar, pero se contuvo.

Tanjiro tomó aire y suspiró.

—Es solo... estabas muy cerca.

Podía sentir su cara caliente y con algo de nerviosismo rascó la parte superior de su cuello y la baja de su mentón mientras sonreía.

Ella lo observó un rato más, luego se dio la vuelta y se fue.

—¿Eh?

Tanjiro la observó irse, sin saber cómo reaccionar ante lo hecho por la joven.

Pero cuando la vio irse sintió alivio.

Se puso de pie y recogió rápidamente sus cosas, pero se detuvo antes de salir del salón.

Tsuyuri-san aún tenía sus cosas dentro.

Miró por la puerta y la vio sentada junto a esta, con sus brazos sobre sus rodillas y su cabeza entre sus brazos.

—¿Tsuyuri-san?

Su mirada volvió a él rápidamente.

—¿Estás bien?

De un brinquito ella se puso de pie y entró al salón.

Tanjiro la siguió con sus ojos.

Pudo verla estirar su espalda antes de agarrar su maletín y caminar nuevamente hacia él.

Pasó rápidamente y siguió hacia la entrada con un Tanjiro siguiéndola a lo lejos.

Cuando llegó al sitio de los zapatos, sacó los propios pero se quedó viendo los que tenía puestos.

¿Qué hace? —pensó Tanjiro que aún seguía viendo.

Ella safó sus zapatos con los talones, sin agacharse. Luego alzó un poco sus pies y los retiró uno por uno, sin agacharse.

Ah. ¿Será eso? —imaginó el motivo, por lo que se acercó a ella.

Tsuyuri-san había tirado los zapatos al suelo y se los había puesto sin agacharse.

Dio un par de golpecitos contra el piso, pero luego quedó mirando con cierta incertidumbre los cordones sueltos.

—Tsuyuri-san ¿puedo ayudar?

Ella miró en su dirección muy asustada, pero al verlo se rejaló.

—¿A qué? —preguntó ella.

Tanjiro le brindó una sonrisa.

—Atando los cordones.

Una expresión de sorpresa abarcó la cara de la joven, pero luego miró hacia los lados. Asintió.

—¿Puedes sentarte?

Ella no dijo nada, solo se recostó/sentó en la sección de las sombrillas que se ubicaba junto a los cajones de zapatos.

Tanjiro se agachó y ató los cordones de su zapato izquierdo, luego miró hacia arriba y en una fracción de segundo volvió a ver abajo.

No levantes la mirada. No mires, solo ata. Ata.

Tsuyuri-san miraba hacia el techo, por lo que no cayó en cuenta cuando él dio una miradita disimulada hacia ella.

Ató el cordón derecho y fue su turno de levantarse.

—Jajaja, bueno, nos vemos mañana.

No esperó que ella dijera nada. Solo se fue.

Tsuyuri-san lo siguió con la mirada, pero luego sonrió.

Miró otra vez hacia el techo con un sonrojo notorio en sus mejillas.

Sus manos taparon su cara.

—Perdón —susurró, sin que nadie llegara a oír su disculpa silenciosa.

Por favor despierta, Tsuyuri-san - TanjiKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora