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Las actividades en casa de Tsuyuri-san fueron mayormente juegos de video.

Juegos normales.

Cuando cayó la tarde ella lo acompañó hasta la esquina de su cuadra y le brindó una linda sonrisa.

—Vuelve cuando quieras. Fue divertido.

Su carita brillante, la alegría en su voz y su bonita sonrisa dejaba en claro que Tsuyuri-san había más que disfrutado su tarde de juegos.

—S-, Sí... en otro momento...

Su cara sufriente, su voz rastrera y su sonrisa tennsa dejaba en claro que Tanjiro había sufrido el estar solo con una belleza durante tanto tiempo.

Más cuando esa belleza se lo había besuqueado tiempo antes.

Y no, ese punto nunca podrá ser olvidado por él. ¡Ella fue quien le había robado el primer beso y luego actuado como si nada!

—Hasta mañana.

—Hasta mañana.

Ella se despidió sacudiendo su mano, así que él hizo lo mismo.

Al llegar a casa se acostó y dejó que un gran suspiro escapara de su boca.

Soy tan mal amigo... —pensó, dejando que los pensamientos que ese día asaltaron sin parar su cabeza, fluyeran.

Realmente era un mal amigo.

[ • • • ]

—¿No dormiste bien? —preguntó Tsuyuri-san al sentarse en su lugar.

Tanjiro tenía su frente contra el pupitre, viéndose notablemente cansado.

—No mucho.

Ella soltó una risita, luego se recostó también su lugar.

—Llegaste bastante temprano. Duerme un poco, te levantaré cuando llegue el profesor —sugirió.

—No, no —negó él—. No creo ser capaz de dormir aquí.

Tsuyuri-san lo miró un segundo, luego asintió.

—Te cantaré una nana. Duerme.

—No, yo-

Sin esperar que él diga más, Tsuyuri-san empieza a cantar.

La melodía estaba un poco fuera de tiempo, pero la suave voz de una joven hermosa fue hechizo suficiente para que Tanjiro terminara de rendirse al sueño.

Y durmió.

Más tarde, sintió algo entre sus dedos.

Era cálido y suave, justo como-

Levantó su cara y miró fijamente a la persona que había entrelazado sus dedos con los de él.

—Ah. Buenos días.

Él la miro fijamente.

—Te vi dormido y pensé «Guau, Tanjiro-kun tiene una mano muy grande», y quise comparar.

Taira-san no había soltado su mano en todo ese tiempo que habló.

—Y la tienes muy grande.

—¿... gracias? —respondió Tanjiro, sin saber qué hacer.

Luego de eso, ella lo soltó y caminó a su asiento.

Eso fue muy raro.

Su mirada giró hacia su compañera de puesto. Ella también estaba dormida, casi que como siempre.

Pero algo había en su expresión que transmitía una gran sensación de paz.

Él sonrió.

Era bonito, pero...

—Por favor despierta, Tsuyuri-san —llamó, viendo al maestro albino entrar tirando a Hashibira-san por una oreja—. Despierta.

Ese día dos bellezas tomaron la mano del bello durmiente, aunque él no se enteró del todo.

Por favor despierta, Tsuyuri-san - TanjiKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora