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—Tsuyuri-san, por favor despierta.

Nunca en su vida pensó, Tanjiro, que se encontraría con una persona tan, tan, pero tan... original.

Día dos de clases: él miraba con preocupación a su compañera que por segunda vez, de dos, se había quedado dormida en clases de matemáticas.

—Usaremos un libro guía. El año pasado usamos hojas sueltas y a muchos se les perdía, por eso es mejor usar un libro.

El maestro albino hablaba mientras escribia cosas en el pizarrón cosas que Tanjiro no entendía.

Sin embago, en esos momentos le preocupaba más que su compañera no se estuviera enterando de nada.

Cuando el maestro estaba escuchando una duda de un estudiante, Tanjiro pinchó reiteradas veces el brazo pálido de Tsuyuri.

—Tsuyuri-san, despierta.

Ella por fin se dio la vuelta y lo miró con sus ojos nublados, como si estuviera dormida y despierta al mismo tiempo.

Parpadeó un par de veces y se sentó con la espalda recta en su asiento, como si absolutamente no hubiera estado dormida diez segundos atrás.

Tanjiro suspiró aliviado y volvió a ver al maestro, quien daba plazos y decía algo de alguna cosa matemática que él no entendía bien.

Cuando se le dio por ver otra vez a Tsuyuri, la vio dormida.

—Tsuyuri-san...

Pero se debe tener en cuenta que esto solo pasaba en matemáticas.

En la clase anterior de inglés no se había dormido.

Y justamente eso la hacía una persona original.

[ . . . ]

Al mirar hacia su lado izquierdo, Tanjiro pudo ver la cabeza de Tsuyuri bajar y subir con erráticos movimientos.

—Tsuyuri-san, no te quedes dormida.

Le susurró casi que en ruego. Primera semana de clases regulares, primera clase real de matemáticas.

—Los de atrás, silencio.

Al ser amonestado, Tanjiro vuelve a ver hacia la pizarra, ahora llena de alguna cosa.

—Hoy empezaremos a usar el libro de texto, así que sáquenlo.

De todos los profesores que les habían tocado, el de matemáticas sin duda era más malvado. Pero nadie podía decirle nada a ese hombre de metro ochenta, con ojos malvados, sin sonrisa y cara de pocos amigos.

Tanjiro buscó su libro de texto en su maletín.

No estaba.

No, no, no, no, estoy seguro que lo eché.

Sacudió con violecia su maletín, pero eso no cambió el hecho de que no estaba.

Quedó frío.

Todos tenían su libro de texto sobre la mesa, menos Tanjiro, que aún buscaba en su maletín.

¿Dónde? ¿Dónde pude haberlo dejado?

Cuando se dispuso a pensar, escuchó un sonido seco.

—¿Alguno de ustedes no trajo el libro?

La pregunta del profesor iba dirigido hacia él, quien ahora sufría de la compañía de la original Tsuyuri-san.

La joven a su lado no dijo nada, solo lo señaló a él.

—Bien. Abran sus libros en la página 34, empezaremos viendo qué saben.

Tanjiro no dejo de ver a la joven que tranquilamente compartía su libro son él.

¿Qué podría pasar por su mente?

No lo sabía, pero de algo estaba más que seguro.

—Tsuyuri-san.... por favor despierta.

Ella era una personita muy original.

Por favor despierta, Tsuyuri-san - TanjiKanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora