Recaída

1.3K 30 2
                                    

Los días pasaron y la actividad sexual con mi esposa había aumentado significativamente mientras con Miguel poco a poco íbamos tomando confianza nuevamente para poder trabajar al mismo ritmo que lo hacíamos antes.

Yo odiaba a mi esposa pero mi mente estaba muy ocupada en Miguel y todo lo que estaba pasando con tanta tensión entre los dos . Mi relación con mi esposa era sexual únicamente para liberar nuestras frustraciones, las mismas que mi esposa no sabía que yo tenía y sabía las de ellas.

Habían pasado semanas desde la ultima vez que Miguel me hizo tocar las estrellas, pues sabía que no era nada bueno lo que estaba pasando con el. Un día como cualquiera manteníamos un excelente ritmo de trabajo, cabe recalcar que desde aquél momento nuestra confianza era diferente, pues nos sentíamos mas cómodos trabajando juntos pero cada acercamiento o mal movimiento generaba fuertes tenciones. 

Éramos el equipo perfecto, pues yo me adaptaba fácilmente a todo lo que Miguel necesitaba. Nuestra sincronización de trabajo era tan fuerte que para mi maldita suerte, un día sentí una brisa en mi escote, lo cual no era normal pues el escote aparecía mucho después. No me había dado cuenta que mi tiempo de trabajo ya había terminado hace una hora.

Apenas me di cuenta mi respiración se agitó pues sabía que podía perder el control en cualquier momento pues Miguel aprovecharía cualquier señal. Fue entonces cuando algo asustada me levanté de mi puesto para despedirme de Miguel.

 Fue entonces cuando algo asustada me levanté de mi puesto para despedirme de Miguel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Creo que ya es momento de irme - le dije a Miguel con ese tono de voz seductor que tanto temía.

Cuando lo vi a los ojos, era como si una canción de amor sonara en ese momento, pues me quedaba embobada con sus encantos. Mis sentimientos hacia Miguel eran apasionados y lleno de fantasías que solo una adolescente podría sentir.

Miguel se puso un poco nervioso al darse cuenta que ya estábamos tarde pero al parecer todo estaba bien porque me dijo que no había problema.  Cuando me subí al ascensor supe que estaba salvada pero antes de que las puertas se acaben de cerrar Miguel metió la mano y se subió conmigo.

Yo aún no había presionado el botón así que Miguel me ganó y presionó el botón de el subsuelo.

Ya me estaba comenzando a poner nerviosa pues Miguel no me decía absolutamente nada.

Como el edificio era alto el ascensor tardó bastante en llegar mientras existía un silencio incómodo.

Una vez llegamos a uno de los subsuelos Miguel me pidió que la acompañara pues quería revisar unos documentos.

Intentaba convencerme que todo lo que Miguel me decía era verdad pero mi corazón palpitaba y mis emociones estaban sobre una frágil base de responsabilidad.

Mis altos tacones se escuchaban más fuerte en los fríos y obscuros pasillos de las bodegas del edificio. Cuando llegamos Miguel abrió la puerta y prendió la luz de la bodega.

El traje de la secretariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora