one step away - spiderbear

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Roier era una persona amigable, se llevaba bien con todas las personas que habitaban la isla quesadilla, no le gustaba tener problemas con nadie y siempre intentaba ayudar pero como en toda regla existe una excepcional y esa excepción tenía nombre completo,Spreen.

Spreen era un chico alto y delgado, de tez pálida con un pelo oscuro, de tono negrizo y medianamente largo. Sus  ojos eran de un tono violeta intenso y normalmente estaban tapados por unos lentes de sol, que ya eran una característica suya.
La primera vez que Roier le vio le pareció un chico lindo, no podía negar que era bastante atractivo pero no le hicieron falta más de 20 minutos para saber que no podría soportarlo.
Roier consiguió calar la personalidad de Spreen casi al instante, extrovertido, juicioso, quisquilloso, autoritario o más bien, cabezota y lo peor de todo era el chico más narcisista que había conocido nunca.

— Hey, hola. Vos sos roier no?
— Si, y tú eras.. spreen, no?
— Acertaste capo

Decidió hacerse el tonto, no quería tampoco generar malos rollos el primer día que estaban en la isla por lo que intento ser amable.

— Y... Que tal te va por aquí Roier? Ya has construido tu casa?
— Si, la verdad me está gustando mucho como me está quedando
— Puedo verla?

Así fue como roier termino llevando a spreen hasta la localización de su casa.

Su casa no es que fuese la mejor construcción de todas y él lo sabía pero aún así le gustaba, le había puesto trabajo y empeño y se sentía feliz de ver el resultado.

— Che no está ni tan mal, pero la mía es mejor

Roier sintió por dentro como poco a poco su paciencia se iba terminando pero decidió solo rodar sus ojos.

— A poco si tilín?

Spreen le dedicó una mirada de arriba a abajo y acto seguido una sonrisa burlona la cual agotó un poco más la paciencia que le quedaba a Roier.

— Qué no me crees? Acaso quieres verla y así te lo demuestro

Quería decir que no, su cerebro le gritaba que se negara para que aquel chico se largará de su casa y él se pudiera tirar tranquilamente en su cama a descansar un poco pero las palabras salieron solas de su boca.

— Claro que si, seguro ni es tan buena

Ahora era Roier quien seguía a Spreen entre los árboles del bosque.
Llegaron a una especie de valle, cerca de este había un río, se podía escuchar el agua correr. También había algún que otro árbol, flores en el césped y en el centro de todo se encontraba la casa de aquel maldito egocéntrico.

Su casa era de madera y piedra, además tenía un pequeño balcón en la segunda planta. Era una casa bonita, más que la suya, eso lo admitía pero no tenía intención ninguna de decírselo a Spreen, se negaba a darle el gusto al chico.

— Y que, ehh? Te he dejado sin palabras.
— No es para tanto
— Pero es mejor que la tuya

Spreen tenía en su cara una sonrisa de triunfal y los ojos clavados en roier, analizando cada mínima reacción.

— Aja, lo que tú digas.

Entonces Roier se dio media vuelta y se alejó de la casa y de Spreen, murmurando maldiciones en su contra y pensando en lo mucho que lo odiaba mientras que spreen estaba parado con la mayor cara de asombro que podía poner. Era la primera vez que se quedaba quieto sin decir nada en vez de saltar a basurearlo por darse media vuelta y dejarlo allí plantado solo pero se prometió que no quedaría así.