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No podía hacer nada.

Sabía que abrir los ojos y buscar la fuente de aquel sollozo era lo óptimo. Pero él era incapaz de hacerlo.

Quería poder, pero el miedo lo mantenía limitado en todos sus sentidos que se sentía inútil hasta respirar.

Y sin previo aviso un grito fuerte se escucha; retumbando en los alrededores y desgarrando sus oidos, el sonido llega como un tenedor siendo rayado contra una pizarra. Su hermano gritaba con tal intensidad que por fin logró levantarse y empujar el miedo que subía por todo su cuerpo.

Sin embargo no vio nada. Su cuarto ya no se veía igual, tal vez la escasa luz le hacía ver cosas, pero aseguraba que eso era imposible.

Caminó por el lugar intentando buscar la fuente de sus preocupaciones, no podía dejarlo pasar cuando su hermano estaba agonizando de dolor, gritando como si sus cuerdas vocales no existieran.

— ¡VIRGO!

Sus quejidos eran más fuertes. Apresuró el paso, debía asegurarse de que su hermano no siga sufriendo.

...

Se detuvo.

El cuerpo de géminis estaba frente suya, podía ver como el cuerpo de su hermano se contraia y retorcía ante sus estruendosos gritos.

— ¿G-éminis?

Se acercó con la intención de tocarlo, pero su hermano se alejo.

— ¡DETENTE!, ¡POR FAVOR!

Él siguió gritando, su voz salía con cada vez más dolor que no sabía que hacer. No podía acercarse y lo único que podía hacer era verlo gritar y suplicar, con lágrimas manchando su cara; esa cara que solía brillar tras una sonrisa y que ahora se veía malformada en una expresion dolorosa, sus músculos tensos y sus ojos casi parecian salirse de sus cuencas.

...— ¿Cuándo piensas guardar silencio?

Sonó una voz en frente de ambos, sonaba irritada, indiferente al dolor que su hermano experimentaba, casi sonaba como una burla; sin embargo, por más que buscará algo, no había nada ahí.

— ¡POR FAVOR-!

Su hermano de inmediato dejo de suplicar y llorar para quejarse nuevamente, gritando de dolor, doblando sus estremidades de forma que no seria posible, casi podia ver los huesos perforando su piel blanca, machandola de sangre y tornandose morada por la presión. Aquella voz que escucho volvió a sonar.

— Deberías estar avergonzado, estás enfermo y no puedes admitirlo.

Los gritos siguieron.

— Yo voy a remediar tu locura.

Una risa surgió desde su espalda.

Pero está vez.

La risa sonó desde lo más profundo de su garganta.

Esa era su propia risa.

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Si de algo era consciente Tauro era del aprecio que le tuvo a sus padres y para sorpresa, no los culpaba o resentia por dejarlo a cargo de un niño de seis años como regalo de sus 17 años. Después de todo, sus padres no podían prevenir un accidente automovilístico.

Fue difícil sin duda alguna, no tenían parientes cercanos, pero gracias a que sus padres les dejaron todo como herencia pudo ser más llevadero.

Estaba muy agradecido de que el director le haya dado la oportunidad de trabajar en aquella institución, a la que el asistió algún día como estudiante, aún cuando no tenía un certificado para hacerlo.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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