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Resultaba impresionante la velocidad con la que los sentimientos crecían. Incluso JiMin sabía que era algo muy inusual, pero no le estaba prestando demasiada atención. Aun cuando sus amigos no estaban de acuerdo con que frecuentara a JungKook de esa manera, él decidió por sí solo. También le reprocharon que pasaba más tiempo con él, pero era inevitable, ambos eran como imanes que se atraían incluso en la distancia, todo el tiempo se pensaban mutuamente, se necesitaban y se pedían a gritos.

Tal y como lo prometió, JungKook volvió, no sólo esa noche, también las demás. Aunque cada vez se volvía más complicado tener que despedirse en las madrugadas porque se sentía como si les arrancaran algo. De hecho su conexión estaba mejorando, el pelinegro lo sabía; podían tener una mejor percepción mutua de sus sentimientos y la capacidad de leer su mente se perfeccionaba, tanto, que podían escuchar sus voces. Y JungKook se preguntaba, ¿por qué JiMin aún no le ha preguntado sobre eso? Es más que evidente que lo ha notado, pero lo cierto era que, aunque estaba consciente de que era algo inusual, decidió guardar silencio. Y con todo eso el pelinegro podía tener la certeza de que, efectivamente, ese rubio hermoso era su Adelphe Psyche.

Había pasado una semana desde que comenzaron con este tipo de relación que aún no habían definido ni mucho menos lo habían hablado. Sólo se estaban dejando llevar por sus sentimientos y por sus impulsos los cuales eran difíciles de detener. En cuestión de días fluían cada vez mejor. Su confianza iba en aumento y hablaban de cualquier cosa. Claro está, siempre terminaban bajo las sábanas. Tal vez esa parte les favorecía para tener una mejor conexión y comunicación. El problema era que el tiempo se estaba consumiendo y JungKook sabía perfectamente que no podía ocultarse siempre de Zeus. Incluso los querubines le advirtieron las consecuencias y le aconsejaron que lo más correcto sería hablar con el chico antes de que las cosas se salgan de control. Y justamente hoy está decidido a eso.

Durante esos días, ha buscado las palabras correctas con las cuales abordar ese tema tan... complicado. Teme que JiMin no lo acepte y si lo hace está preparado para respetar su decisión. Pero también es difícil imaginar una vida sin él. Sabe que corre muchos riesgos y no le gustaría morir, aunque ¿qué caso tendría vivir si no puede tener a su rubio bonito con él? Se ha acostumbrado tanto a su presencia, a esos cariños nocturnos, a la forma en que lo recibe cada vez que llega al departamento, a su atención, a su comida. Y con eso su inmortalidad pierde el valor que antes le daba. Ser un Dios no es nada comparado con tener a JiMin en su vida. Eso es definitivo.

Claro que esos pensamientos el rubio también los comparte. Ahora que ha tenido la oportunidad de dormir con él hasta después de que salga el sol, piensa que no hay mejor sentimiento que ese. Mientras la luz entra por su ventana y se remueve en la cama sintiendo algo duro contra su trasero, su cuerpo se estremece al ver que su pelinegro favorito está ahí con él. Con ese temor que no le ha abandonado en estos días, se giró para ver su rostro y esas facciones tan varoniles. Aún estaban completamente desnudos y eso le transmitía mucha calidez a su corazón. No quiere que desaparezca de su vida y, aunque intenta no pensar demasiado en ello, tener este tipo tan inhumanamente irreal le hace pensar que no lo merece. Y no sólo lo piensa por su físico, también por la forma en que lo ha tratado.

Volvió a la posición en la que estaba, pero en el proceso volvió a sentir la dura erección matutina del pelinegro frotándose contra su tarsero. Dejó salir un gemido pequeño y, motivado por las múltiples emociones que sentía y los recuerdos de cómo lo folló la noche anterior, continuó repitiendo la misma acción. El problema es que no fue suficiente después de un rato, porque sintió como su propio miembro despertaba, necesitaba que JungKook lo follara ahora.

Cupido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora