Extra 2: Especial de Navidad

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El veinticuatro de diciembre era casi como el catorce de febrero. Aunque esta vez JungKook ya no renegaba de su labor como Cupido. Ahora disfrutaba mucho de flechar a los humanos y se felicitaba a sí mismo por hacer un buen trabajo.

Y en tanto él se encargaba de sus deberes como Dios, su lindo esposo JiMin cuidaba de sus pequeños diablillos en casa. Y vaya que eran diablillos. Desde que dieron sus primeros pasos y, consecuentemente aprendieron a correr, la casa era un caos. JiMin siempre tenía que estar muy pendiente de ellos, más ahora que cumplieron tres años y sus poderes comenzaban a relucir.

JiEun era muy inteligente y bastante sensitiva. Podía percibir las emociones de cualquiera y a veces eso la alteraba un poco. Y JungWon parecía ser muy tierno, pero realmente era el causante de que muchas cosas se destruyeran. En tanto le enseñaban a manejar esa parte suya, Zeus tuvo que hacer encantos de protección para que el Olimpo estuviese seguro.

Pero lo que definitivamente no contemplaban es que los pequeños podían hacer lo que fuese con tan sólo un descuido de sus padres.

— ¡JungKookie!

Se escuchó la voz de JiMin quien atravesaba las nubes. En ese momento JungKook pudo sentir sus emociones; estaba preocupado, desesperado, asustado. Enseguida dejó lo que estaba haciendo y corrió hacia el encuentro de su esposo. Había sucedido de nuevo.

—Mi ángel, tranquilo. Ya mismo me pongo a buscarlos— le dijo el pelinegro para calmarlo.

—Pero no están aquí— sus ojos estaban cristalizados— Y-yo... y-yo no los siento... t-te juro que s-sólo me giré p-para tomar agua...

—Está bien, está bien— secó las lágrimas del rostro de su esposo— No es tu culpa, ¿de acuerdo? Te juro que los voy a encontrar.

—Esta es la tercera vez que bajan a la tierra y no sé cómo lo logran— apareció Zeus de la mano de su esposo.

—Tranquilo, JiMinie— Jin se acercó para abrazarlo— JungKook va a encargarse.

—Mis bebés, n-no quiero que les pase n-nada— dijo con hipidos.

Había algo extraño con los pequeños de JungKook y JiMin; tenían también ese poder inusual de salir del Olimpo sin necesitar la autorización de Zeus. Era algo sumamente extraño. Algo que nunca se había visto en todos estos años. Los hijos de Cupido y de su Adelphe Psyche, sin duda, eran extraordinarios. No sólo estaban desarrollando sus poderes a temprana edad, sino que también desafiaban a las reglas del Olimpo, aunque de manera inconsciente, claro está.

JungKook subió a su nube tratando de localizar la ubicación de sus pequeños. Tuvo que recurrir a una gran cantidad de energía para poder sentir sus almas. Desde que ellos nacieron sus emociones quedaron ligadas entre los cuatro, algo que podía facilitarles las tareas, sin embargo, estando ellos en la tierra lo hacía un poco más complicado y cada segundo que pasaba era decisivo, porque resultaría peligroso para los Dioses que los niños cayeran en las manos equivocadas.

Eso le ponía los nervios de punta a JiMin y sentía una fuerte opresión en su pecho que no lo dejaba respirar correctamente. Sus bebés y su esposo eran todo su mundo. No conciliaba una vida inmortal si ellos no estuviesen presentes y sin duda causará un completo disturbio si alguien se atreve a herir a sus pequeños.

Cada segundo que pasaba era una completa tortura. Las lágrimas comenzaron a abandonar los ojos de JiMin, algo que JungKook sentía en su pecho. Era ese maldito sentimiento funesto lo que más detestaba que él padeciera, porque su promesa siempre fue hacerlo feliz sin importar las consecuencias de nada. Él también estaba preocupado por sus hijos porque los amaba con locura. Tanto JiMin como ellos llenaban todo los espacios que pudo haber tenido antes en su vida inmortal. Para él, eran ellos el verdadero significado de la palabra amor. Ellos eran los únicos que podían hacerlo feliz.

Cupido (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora