†Capitulo 124† Un tratamiento...peor que el infierno.

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“Si existe algo peor que morir,...
lo es el vivir sin ningún tipo de libertad,
limitado a sufrir, sin poder evitarlo”.

.......

Eso era justo lo que padecía el propio Columbus,..un sufrimiento vivido y sin poder hacer nada.

La peste que asoló sus tierras y a muchas ciudades, era una tortura constante.

Ya que el comandante no paraba de suplicar, que de todos los infectados,
el fuera el único consciente.

El dolor, el asco, la debilidad y los espasmos...podía sentirlos en aquel cuerpo que ya no le pertenecía.

Sus extremidades se movían salvajemente tratando de alcanzar a los ocasionales mercenarios que acudían a la asistencia de la doctora Ivanovich.

Inútilmente, el muerto en vida intentaba atrapar a la culpable de su maldición.

Pero esta mujer, solo se burlaba de su desgracia, hasta el punto en que lo incapacito.

...Completamente inmovilizado,
envuelto en cadenas apretadas y alambres con púas...

Solo podía limitarse a sentir,
la presión, el miedo y la angustia.

¿Cuando acabaría todo eso?....acaso,
¿Ese sería su infierno?.

....El cuerpo de Columbus soltó un quejido aberrante,
llamando la atención de la doctora.

Quien solo se carcajeo en cuanto noto el charco de sangre y pus en el suelo.

-Pobrecito...ahora solo hay despojos,
donde alguna vez hubo un hombre-.
La doctora por fin dejo las muestras con las que había estado experimentando.

Contenta con los resultados que había obtenido.

-Tienes suerte...a pesar de que ahora eres un muerto hambriento por la carne de los vivos, aún puedes volver a tu antigua gloria-.
La doctora se acercó a el, mirándolo a esos ojos violentos y llenos de venas y sangre.
-Luego...podemos tomar té, y me cuentas como es estar infectado-.

...............

El comandante había sido transportado al fondo de una habitación apestosa,...ahí.

Residían todos aquellos a los que habían capturado, para realizar tan crueles pruebas.

Cada uno sirvio para que la doctora Ivanovich diera largos pasos para contrarrestar la peste.

Y ahora, tenía un último juego en mente.

Arrojó el cuerpo encadenado de Columbus dentro de aquella habitación, mientras en sus venas fluía el elixir curativo.

Restaurando sus células para devolverle su humanidad...
todo en un lapso de tan solo dos días.

Mismos que creyó eternos,
pero pronto...esto no hizo más que aumentar su desesperación.

Pues aunque poco a poco recuperaba el control, haberse sacudido envuelto en las púas y cadenas, destrozaron su cuerpo.

Al punto que tan solo le vasto moverse un poco, para zafarse de sus ataduras,
tal cual fuese un gusano ensangrentado.

Aún seguía infectado,
los espasmos y gruñidos seguían,..
la convulsión lo inundó.

Y perdió el conocimiento a medida que la sangre apestosa salia disparada por todos sus orificios y heridas.

~Hermano....~.
Una rápida imagen en su mente...
lo hizo apretar los puños, a medida que todo se oscurecia.

...........

El ruido de los infectados, moviéndose bruscamente colgados en el techo.

Tal cual reses en una carnicería,
gorgoteaban con violencia al haber detectado carne humana.

...Columbus se despertó súbitamente,
empapado en sudor y desperdicio...

Alertado por el fuerte sonido del metal sacudiéndose, sobresaltandose al observar el lugar en el que se encontraba.

~¡Bruja!~.
Recordó toda la tortura a la que había sido sometido, le habían cortado trozos de carne, piel y pelo.

Pero ahora, tales heridas parecían haber desaparecido.

-¡¡¡Increíble!!!-.
Reconoció un mercenario que asomaba su mirada atraves de la verja de la puerta de ese confinamiento.
-¡¡¡Haci que el líder de los uniformados ha vuelto de entre los muertos!!!-.

Sus palabras altas estaban cargadas de burla, pues un grupo más como el, se amontonaron para pelear el pequeño espacio para verlo.

...En efecto... ninguno lo podía creer,
del cuerpo plagado por la putrefacción y ese salvajismo del demonio.

No quedaba más que la mirada asesina del comandante Azerov.

Quien al verse encerrado entre esa multitud de infectados, exhibido cómo un animal.

Estallo en cólera y de una patada casi derribo la puerta, haciendo aún lado los cuerpos colgantes que trataban de morderlo.

Era increíble...penso Columbus, pues hacia tan solo un par de dias, el era uno de ellos.

¿Que habría estado haciendo su hermano cuando el desapareció?...

¿Le habría ocurrido lo mismo?...

Esa era una preocupación aún mayor, pues de haberlo buscado, era muy probable que la propia doctora Ivanovich lo haya incluído en sus experimentos.

Y de ser el caso... Columbus la asesinaría, no sin antes curar a todos sus hombres.

Pues si el estaba vivo, significaba que los demás podían volver a lo que eran antes.

Los resquicios de la peste desaparecerían, y el sería proclamado cómo el líder que condujo a sus soldados hacía la máxima gloria y honor durante la tempestad.

...Le hecho un último vistazo a sus hombres, muertos vivientes que se sacudían colgados de cabeza, mientras su carne rojiza y heridas expuestas y sangrantes llenaban de un insoportable olor la habitación...

Apretó sus puños...sintiendo nuevas fuerzas.

Era extraño...su cuerpo,
ya no se sentía como antes.

Ahora...

-Esto es gracias a tí, zorra Ivanovich...
tu misma me has dado las riendas para conducir tu muerte....-.
El comandante suspiro...antes de que con una mirada desquiciada, volteara a ver a los mercenarios y les sonriera inyectando un sentimiento de terror en sus corazones.
-¡¡¡Spetsnaz spetsnaza regiona Kol't...Pal'ma Sonika!!!-.

¡¡¡FIIIUUUUMMMJJJJJJJJKKKK!!!

La pesada puerta de metal blindado, salió disparada, arrancando de cuajó una gran parte de la pared de terracota labrada.

Aplastando a los mercenarios Luzhianos, dejándolos hechos papillas bajo el peso de los materiales y con sus armaduras clavadas en sus restos.

Mientras Columbus avanzaba lentamente escuchando el bramido de los muertos entre esa polvareda.

Sendero Primigenio #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora