†Capitulo 120† Aún recuerdo ese sonido...implorando carne,..y muerte

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El traqueteo del suelo por la embestida de los muertos, y los disparos de sus soldados...impidieron que el comandante Azerov notara el peligro de estar en las alturas.

De una plataforma a punto de ceder.

-¡¡Comandante, esas monstruosidades estan comenzando a subir!!-.
Uno de sus soldados con cañon de larga distancia, se apresuro a sacudir sus hombros.
-¡¡Las murallas de esta aldea de salvajes no aguantará mucho!!-.

Columbus solo asintió...su ferocidad cedió en cuanto se detuvo un momento a ver la determinación de sus hombres.

La mayoría estaban totalmente concentrados en dispararle a los enfermos que subían con ímpetu y una furia endemoniada,
para tratar de alcanzarlos.

Pronto, el hecho de tener que recargar las armas..solo termino retrasandolos en su tarea de liquidar a los infectados.

Y el comandante, no pudo hacer nada mas,..que ordenar que bajaran,
en cuanto vio varias extremidades deformes asomándose por el borde..
manos enfermizas que atraparon a cuantos pudieron.

Para arrojarlos al fondo de una oleada de bocas hambrientas...

¡¡¡Tac Tac Tac Tac Tac Tac!!!

Fueron los últimos disparos,
antes de que la mayoría de su equipo en esa parte de los muros, bajara a gran prisa para preparar una mejor defensa.

Dejando atras, a tan solo cuatro soldados valientes, que se quedaron para confrontar a los monstruos que alguna vez fueron guerreros Chuk-Sao.

Los mandriles se lanzaron hacia ellos,
permitiéndoles disparar..
antes de desperdigar sus entrañas a punta de mordidas y despedazar su rostro con solo el martillo de sus puños.

...Salvajismo, hambre, furia y gritos...

Era lo que Columbus escuchaba a sus espaldas,..sus nervios de acero,
su corazón valiente.

Estaban tan turbados como el resto de sus soldados.

Pero para su sorpresa, lo que encontró en la zona baja,
donde estaba la entrada a la aldea Chuk-Sao, fue a la la doctora Ivanovich y su contingente de guardias Luzhianos.

Ya lo estaban esperando.

-Detras de mi, Comandante Azerov,
estoy segura de que le gustará este espectáculo-.
La mujer le indico algo obvio.

Estaba detrás de un artilugio extraño,
similar a cualquiera de sus armas de pólvora.

Solo que esta, tenía cuatro cañones de vidrio, conectados a un motor de runas que a su vez, tenían un disco de cuarzos con símbolos arcanos.

...La doctora, fingiendo que no había una ola de muertos tras la carne de todos los guerreros ahí...

Se tomo su tiempo para concentrar un poco de magia en el disco de cuarzos.

Haciendo brillar a la torreta Teslakov, con la caída de un rayo que se sincronizó con el derrumbe de la parte norte del muro...
energía de plasma relampageante cargo las reservas del artilugio, convirtiéndose en su munición.

Sendero Primigenio #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora