†Capitulo 130† El principio de mi viaje...fue el final de mis hombres

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Y fue haci, que los pocos soldados que pudieron reaccionar a tiempo, dispararon una vez más, solo para soportar el choque de muerte que se les fue encima.

Los muertos los arrollaron por completo, mientras un pequeño grupo de Luzhianos hacían formación en círculo para partir con sus sables a todos los infectados que pudieran.

-¡¡¡Maldita sea!!!-.
Grito Zhajarad, antes de que la embestida de un infectado obeso y a cuatro patas lo sacara de la formación.

A duras penas logro partirle las patas delanteras para que no siguiera corriendo, pero noto como otros cinco muertos mas, lo habían prensado con sus fauces.

Desgarrando su carne con gran furia y hambre.

-¡¡¡Aaaaaajjjkkk!!!-.
Lo mismo paso con el círculo que resistía,...despedazados, los soldados fueron superados en número.

Mientras unos pocos alcanzaban a moverse atravez de las filas enfermas y huir más al fondo de la aldea.

Algunos recargando sus armas, otros huyendo despavoridos...y el, viendo el fracaso en su defensa.

~Es demasiado tarde~.
Algunos infectados adquirían una velocidad sobre humana cuando atacaban, tomando por sorpresa a sus víctimas.
~Ya solo puedo irme...llevándome a tantos como pueda~.

Zhajarad uso la técnica especial que había practicado con su amigo Columbus, muriendo sin soltar el recuerdo de el volviendo luego de su desaparición.

~Aun hay esperanza....~.
Espero a que un gran número de muertos se sumarán al festín de su carne, y conteniendo todo el dolor y esfuerzo que le suponía mantenerse en pie.
-¡¡¡Tiqniat khasat lil'umat allawzia...jidar alnakhil!!!-.

Destrozo con la fuerza de sus manos desmenuzadas, a todos los infectados a su alrededor.

Perdiendo grandes trozos de carne en el proceso, mientras sus propias entrañas eran dispersadas por sus golpes.

...Ya no estaba consciente, y en cuanto la horda paso de el...

Se giro lentamente para acompañarlos en su búsqueda de carne.

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Muy pocos pudieron mantenerse en las alturas, gracias a que en cuanto sintieron la anormalidad de aquella explosión, sus piernas reaccionaron por mero instinto.

-Tan solo ocho-.
Dijo una soldado mientras temblaba intentando mantener en alto su mosquete.

-¿Balas?-.
Pregunto otro, acercándose a ella para tocar su hombro y tratar de sacarla del shock.

-Hombres-.
Señalo al otro lado, donde apenas unas figuras erraticas podían distinguirse entre la neblina de escombros.
-Lograron subir, todos halla están muertos...y nosotros también-.

Por fin pudo levantar su arma, pero en lugar de apuntarla hacia los infectados, quizo acabar con su propia vida.

-¡¿Se ha vuelto loca, soldado?!, Deje esas ideas para la gente débil-.
Un soldado de edad avanzada la tomo por los hombros, y le dió una buena sacudida a sus ideas.
-Debemos agrupar a todos los supervivientes, moriremos si nos quedamos aquí-.

¡Tac!

Le arrebato el mosquete, y con el derribó a un muerto que escalaba los muros.

Sendero Primigenio #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora