🍂•|| 𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈 ||•🍂

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。・゚゚・ 𝑳𝒂 𝒊𝒏𝒔𝒊𝒔𝒕𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒅𝒂𝒎𝒂. ・゚゚・。

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 ¿Hasta cuando continuaría esta situación? Esa chica... ¿No estaba llevando su broma demasiado lejos? Cuando el joven desnutrido la escucho expresándole su amor incondicional, sinceramente no tuvo palabras, ¿Qué se supone que debía responder? Ni siquiera se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que a alguien le gustara. Atrapado en sus pensamientos, sus sentimientos confusos y el atormentable dolor de estómago exclamando alimento, Gyutaro pasaba un buen rato sentado en un callejón poco transitado, miro hacia el cielo en busca de respuestas, sintiendo el aire frío del otoño colarse entre su ropa andrajosa y su cabello mugriento.   

Emitió un suspiro fatigado, agachando la cabeza y rascando su nuca con una ligera frustración

— Mierda... ¡Estúpida niña, la odio!. — cayendo ante la ansiedad, sus uñas se acercaron a su cara para comenzar a rascar y rasguñar, no se detuvo hasta sentir genuino dolor. Sus dientes se apretaron entre sí con molestia.

Recordar su imagen le hacía tener un montón de emociones nada agradables para él, su cabello rojo como cascadas ondulantes de terciopelo y ojos ambarinos eran imposibles de olvidar, ¿siquiera era japonesa? Jamás vio tales colores tan vivos y cálidos, en comparación todo le era opaco y sin vida, su hermana era una excepción clara, Ume era hermosa, más que cualquiera, pero era... diferente, Ume era una belleza fría, su cabello albino y ojos azules le recordaban el invierno, esa chica era su opuesto, era como un atardecer de verano. ¿Y en serio debía creerle que ella estaba enamorada de él? No tenía en mínimo sentido.

— Kobayashi Reiko... Hasta su nombre suena engreído. — se quejó en voz baja recordando lo ocurrido.

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Su día no era el mejor ... Bueno, en realidad ninguno de sus días desde que nació habían sido buenos, en todo caso era un día aún peor de lo común. Su hermana cada día atraía más hombres, ni siquiera era algo que quisiera, tenía once, no estaba en busca de ningún marido todavía. Sin una figura paterna, Gyutaro tenía que actuar como el adulto responsable y era muy dificil no gritarle a los degenerados que buscaban a su hermanita pues les gustara o no, era eso lo que les dejaba mas dinero. Su única opción era conseguir trabajos adicionales por su hermana, al menos temporalmente.

Y en efecto consiguió un par de trabajos, pero a costa de su orgullo. Dejarse golpear por unas monedas era patético, pero le tenían tanto odio que esa petición se volvió constante. Claro, ahora que era fuerte nadie se atrevía a humillarlo como cuando era pequeño, el único modo de desahogarse era si Gyutaro se dejaba golpear.

— Ese mocoso golpea duro, me dolió... — Murmuro para sí mismo en queja mientras se frotaba la mejilla hinchada tras un puñetazo recibido. ¡Dios era tan complicado resistir el impulso de devolverlo!. Todo lo que podía hacer era aguantarse y ver con rabia a cada desgraciado que le humillaba, memorizando sus caras para desquitarse despues. 

Malhumorado camino sin ganas cargando las bolas de arroz que compro para compartir con su hermana. Siendo detenido por una tímida voz que llego a sus oídos.

— Di- disculpa, ¿estás bien?. — por un momento el chico con manchas se sintió confundido, no había escuchado esa voz o al menos no la recordaba, giro curioso, encontrando a una joven de cabello rojizo y kimono naranja, llamativa y pulcra. No la recordaba en lo absoluto.

Él no la conocía y ella tampoco a él, pero eso no el impidio ser amable con ese maltratado chico.

— ¿quién eres tú? — Pregunto él mirando directamente a sus ojos con su característico tono hostil, era una extraña después de todo.

𝐿𝑎 𝑑𝑜𝑛𝑐𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑟𝑜𝑗𝑎 / 𝑲𝒏𝒚 𝑶𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora