6: La fiesta

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Miró su reloj rápidamente, leyendo la hora allí expresada, habían acordado irse juntos a la casa del alcalde, justo faltando un cuarto para las ocho, pero ya eran las ocho y Naruto nada que se aparecía.

Él ya estaba listo, se había arreglado a su manera y estaba impecable, tal y como le gustaba, había apostado por algo elegante pero relajado, llevaba puesto unos jeans negros y una camisa azul, con los dos primeros botones abiertos, también llevaba una gabardina color gris porque ese día había llovido y empezaba a hacer frío y unos mocasines negros cubrían sus pies.

Pensó que con eso era suficiente, aunque fue inevitable pensar en su hermano cuando se vio al espejo, después de todo, Itachi y él tienen una forma de vestir muy parecida, aunque su hermano mayor es más dado a los colores, y él no tanto.

Cansado de la espera, ya que no es la persona más paciente que exista en el mundo, decidió salir de su casa, cerrándolo todo apropiadamente antes, y llegar hasta la del rubio.

Tocó la puerta con firmeza y al instante la puerta se abrió.

Naruto hizo su aparición, parecía algo apurado y en cuanto lo vio largó un suspiro y se rascó la nuca con algo de vergüenza.

-Perdón Sasuke – habló el rubio – me di una siesta después del trabajo y casi no me despierto a tiempo

-No hay problema – aseguró el Uchiha y enseguida le echó un vistazo rápido a la vestimenta del menor.

Para decepción suya, Naruto no se había puesto el pantalón que él le compró, sino que llevaba un jean azul acompañado de un par de converse blancas y una camisa de mangas largas color anaranjada con la imagen de un zorro rojo en el medio.

Se veía bien, después de todo Naruto era un hombre corpulento así que esa clase de ropa y estilo relajado se veía muy bien en él, pero Sasuke quería verlo envuelto en pantalones de cuero una vez más, así sería imposible apartar los ojos de su trasero redondo.

-¿Nos vamos? – preguntó el rubio y el Uchiha asintió.

Empezaron a caminar tranquilamente, uno al lado del otro, Naruto llevaba en su mano la bolsa que ocultaba el regalo para Konohamaru, al igual que Sasuke. El rubio observó el porte elegante de Sasuke y sonrió, él en comparación se había vestido lo más casual posible, en cambio el pelinegro daba un aura de ser un hombre exitoso, el cual te llevaría de paseo en su elegante coche, te llevaría a comer en un restaurante elegante y caro, y al final del día, te follaría tan duro que te dejaría con dolor de espalda al día siguiente.

Naruto miró hacia el lugar opuesto al que ocupaba el pelinegro y se reclamó a sí mismo por pensar en aquella tanda de perversiones. ¿Qué estaba pasando con él? ¿Eran acaso los años sin sexo?, ¿o es que tanto navegar en Facebook le ha dañado la mente?

Quizás tenga que tomarse un tiempo de las redes sociales y de las películas porno.

Su ideal para ese día no había sido vestirse justo como ahora, sino que tenía la gran intensión de ponerse aquel lindo pantalón que Sasuke pagó por él, pero en cuanto se lo puso y se miró al espejo, cambió de opinión.

Si los demás lo veían vestido así, se burlarían de él, y no quería que eso sucediera, era bastante molesto e hiriente que te critiquen solamente por tus gustos, pero no solo eso, sino que como iba acompañado de Sasuke, no quería que él pasara un mal rato o se sintiera incomodo, o aun peor, que se volviera a repetir lo que ocurrió en el bar de Izumo, o lo sucedido con Ino.

Además, estaba agradecido con Sasuke, siempre lo ayudaba y como era alguien que lo comprendía y con quien podía ser lo más natural y real posible sin miedo a ser juzgado, no deseaba pasar esa clase de momentos cerca de él.

Mi nuevo vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora