7: Enseñanzas

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Se removió en su lugar con extrema pereza, podía sentir la luz del sol iluminando la habitación, porque el ligero calor que este emanaba ya estaba presente en la casa.  Giró en la cama hacia un lado, y se cobijó aún más.

No es como si tuviese frío, pero le resultaba irresistiblemente cómodo estar enrollado en una manta tan suave como aquella, es más, la sentía más suave y cómoda de lo normal. Si era sincero, como buen ser humano, le daba pereza levantarse en las mañanas cálidas, aunque si recordaba bien, era fin de semana, por lo tanto no tenía que trabajar, y eso era aún mejor.

Habría seguido durmiendo de no ser por la punzada que sintió en su cabeza, entonces empezó a dolerle y esto lo obligó a rodar nuevamente en la cama y llevarse las manos a la cabeza.

Bebió demasiado, eso era seguro, había bebido mucho la noche anterior en la fiesta, es por eso que ahora mismo le dolía la cabeza horriblemente. No sabía si era porque había bebido en exceso, o porque ya no es tan joven como cuando tenía veinte, que sentía que el dolor era más intenso de lo normal.

Abrió los ojos y miró al techo, la habitación estaba curiosamente muy oscura, y giró a ver la ventana, pero parpadeó un poco confundido al encontrarse que la ventana estaba del lado opuesto.

¿Cómo era eso posible?

Su ventana siempre estuvo a los pies de su cama, jamás a la derecha de cabezal de la misma. Eso era una locura.

Se incorporó  y miró a ambos lados, entonces, por primera vez desde que despertó fue consciente de que no estaba en su habitación, mucho menos en su casa, y eso respondía la interrogante de porque la ventana estaba del otro lado.

Pero si no era su casa ¿de quién era?

Esa pregunta fue interrumpida casi de inmediato, pues un bulto a su lado se movió por primera vez desde que él despertó. El rubio no pudo evitar acercarse, se inclinó para ver de quien se trataba, pero esa maraña de cabello negro no le dejaba mucho a la duda.

Cuando observó su rostro apaciblemente durmiente, su reacción fue apartar las mantas y bajarse de la cama, entonces se encontró con una nueva sorpresa, la única prenda que cubría su cuerpo eran unos bóxer color azul oscuro, que no eran suyos en absoluto.

¿Qué había pasado entre él y Sasuke la noche anterior? Fue lo primero que se preguntó. Y no sabía exactamente cómo actuar, lo primero que pasó por su cabeza fue salir corriendo y ocultarse en su casa y quizás no dejar que Sasuke le viera la cara nunca más, pero luego pensó que no era la mejor opción, porque estaría en malos términos con Sasuke, y quizás él estaba exagerando.

Seguramente no era nada, quizás solo habían dormido y él había cometido alguna estupidez como vomitarse encima y por eso no tiene ropa en ese momento, seguramente estaba tan borracho que perdió sus llaves y por eso se quedó con Sasuke y no es su hogar.

Todo podía ser posible.

Naruto estiró su cuerpo y sintió su espalda tranquila y relajada, sin una pizca de incomodidad o dolor. Su mirada se iluminó, eso debía ser suficiente prueba de que no hicieron nada la noche anterior.

Dio un brinquito en su propio lugar al ver a Sasuke incorporarse y mirarlo directamente, al principió lo observó con intensidad y seriedad, pero luego de unos segundos curvó sus labios hacia arriba mostrándole una pequeña sonrisa.

Se levantó de la cama y Naruto retrocedió un paso al verlo acercarse, su espalda chocó con la pared y cerró los ojos con vergüenza y miedo, no sabía qué le iba a hacer Sasuke, pero seguramente no era nada bueno.

Abrió los ojos cuando sintió que nada sucedía y notó que Sasuke había desaparecido de la habitación, aunque sinceramente no había sido eso, lo supo cuando miró a un lado y notó que esa era la puerta del baño.

Mi nuevo vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora