Capítulo XII

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Lo primero al despertar fue buscar a su alrededor al omega que le dio la vida.

—¿Papi Koo?

Y era extraño.

Soltó un bostezo prolongado y salió de la cama enseguida. Priorizó tomar ese mullido peluche de conejo para abrazarlo contra él, hundiendo la nariz en la cabeza suave mientras sus pies desnudos eran célebres del frío del piso.

Se topó con algunos mayordomos y mucamas por los pasillos de la mansión, quienes reverenciaron ante su sola presencia y Jooha sonrió de vuelta, pasando de largo para concluir su recorrido ante esa corazonada en su pecho.

Y paró. La puerta yacía entreabierta, la típica abertura que Jungkook solía dejar al tener esa fea costumbre, incluso con los cajones.

Entonces, sus ojos se iluminaron al ver la escena.

El omega dormía en el pecho del alfa, los brazos de este a su alrededor, el esponjado cobertor cubriéndolos como un lugar perfecto para ambos.

Dios

—Celular —susurró, buscando a sola vista el dispositivo. Lo tomó apenas lo encontró encima de la mesa de noche, sosteniéndolo con cuidado.

Presionó el botón de desbloqueo y chasqueó sus pequeños dientes cuando el patrón le dio la bienvenida.

¡Rayos! Ni siquiera su huella estaba registrada en el verificador.

Inhaló profundo por la nariz y soltó el vapor por su boca hacia la pantalla, la dirección del dedo de su padre marcando el patrón.

Y de todas las figuras, ¿por qué debía ser una simple Z?

Tras desbloquear priorizó buscar el ícono de la cámara antes de retomar el paso hasta la cama.

Rodeó el armazón del otro lado y alzó el móvil en un ángulo perfecto, sus manitas temblando ante la resistencia y listo, presionó el botón de captura, dando un brinco del susto cuando dejó escapar el flash.

Sin embargo, los mayores no reaccionaron.

El niño parpadeó confundido. Si bien sabía que cuando Taehyung dormía no había quien los despertara, pero ¿Jungkook?, el mínimo estímulo era suficiente para una reacción desfavorable, pues era cuestión de alerta y guardia ante un posible ataque.

Sin pensarlo dos veces, se coló por debajo del cobertor, las esencias de los otros siendo demasiado hasta el punto de hacerle estornudar, mas no fue impedimento para separarlos con el objetivo de quedar en el centro de ambos.

Oyó las quejas ajenas ante la falta del contacto del otro, pero a la vez se quedaron inmóviles para seguir en sueño.

Sería mentira si Jeon Jooha dijera que no se sentía pleno.

Las narices ajenas le cosquillearon las mejillas y suspiró complacido porque estaba seguro. Si. Su espacio seguro; sin miedo alguno, sin guardias en su puerta para resguardarlo.

Sacó los brazos debajo del cobertor, elevándolos mientras sostenía en sus manos el celular. Seleccionó la cámara frontal y priorizó no tener el flash encendido cuando había buena iluminación.

Entonces un solo clic fue suficiente para guardar esa fotografía como un tesoro, observándola anonadado como si aún asimilara el hecho de tener un padre alfa, pues siempre fueron Jungkook y él; habían alfas que iban y venían en la vida de su padre, pero los cuáles duraban una cuestión de uno o dos meses, a excepción de Sehun, un año entero soportándolo.

Suspiró inconscientemente, aspirando el aroma dulce de su padre y el denso olor al bosque cálido de Taehyung, quizás con la similitud a los árboles de roble o de algarrobo.

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora