Capítulo XXXVII

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No había nada qué hacer, Jungkook lo supo cuando las puertas de esa habitación se abrieron de par en par.

Arrodillado, con solo una tela blanca de tul cubriendo su cuerpo desnudo, no se atrevió a alzar la mirada. Permanecía inmóvil, con las manos empuñadas sobre sus muslos y esperó a que ese alfa apareciera frente a él.

Las puertas se cerraron, y su vista pasó del anillo de oro con piedra amatista en su dedo anular hacia los pies desnudos de Namjoon, la basta del pantalón de lino apenas deteniéndose tras revolotear.

—Jungkook.

Y se tensó cuando el otro se arrodilló frente a él. Alzó la mirada apenas sintió una tela adicional en su cuerpo, con el tul siendo apartado hacia un lado en el suelo.

—Ya sabes qué hacer —el alfa le recordó y él asintió, abrochando los botones de la camisa de seda rápidamente mientras Namjoon se dirigía a la cabecera de la cama—. Solo trata de no lastimarte demasiado, es solo fingir un nudo, no es como si estuviera abusando de ti. ¿Entendido?

—Ya sé —confirmó, con la mirada fija en Namjoon mientras se dirigía hacia el baño—. ¿Quieres que grite o que gima como un omega necesitado?

—Como prefieras —el otro respondió con simpleza, golpeando la cabecera de la cama contra la pared para asegurarse de que no estuviera fija—, pero que no suene falso.

—¿Por quién me tomas? —Jungkook le reclamó—. Sé lo que debo hacer, no me subestimes.

Namjoon no lo subestimaba, simplemente tenía que asegurarse de que todo saliera según el plan. Un solo error y todo se vendría abajo.

—Apresúrate, están ansiosos por escucharnos.

• • •

El tiempo transcurría de manera surrealista; dos semanas pasaron volando en un abrir y cerrar de ojos.

Debía ser lo más cauteloso posible. De alguna manera no tenía opción que mentir para salvar no solo a Jungkook y al cachorro, sino a todos los miembros que el omega confiaba para preservar sus servicios en la ex mansión Jeon.

Con el corazón latiendo a mil por minuto, se atrevió a levantar la mano en forma de puño. La madera resonó con un par de golpes y, desde el otro lado, la puerta se abrió con pesadez, aunque no con desagrado.

—¿Qué te trae por aquí, Seokjin?

El omega lo miró fijamente, apretando sus labios pomposos mientras llevaba una mano a su abdomen.

—Desde la mañana he tenido dolor de estómago y no he dejado de vomitar —mintió tras ingresar al consultorio renovado de la mansión, ya sin implementos y decoraciones que solían caracterizar a Bogum.

—¿Cuál fue la última cosa que comiste? —Jaewhan preguntó, pero el omega no respondió, pareciendo absorto—. Seokjin.

—¿S-sí? —respondió de manera automática, con el médico del Comité observándolo fijamente—. Champiñones con salsa de espárragos.

—Quizás no estás acostumbrado a ese tipo de alimentos —el otro comentó simplemente, sosteniendo su bloc de notas—. Espera un momento.

La paciencia no figuraba entre sus virtudes.

Se aseguró de que el hombre se dirigiera al almacén de medicamentos antes de dirigirse hacia el escritorio.

Registró la superficie a la vista, moviendo papeles de un lado a otro en busca del sobre con los resultados de la prueba de embarazo.

No encontró más que documentos irrelevantes y algún papel que logró sostener antes de que cayera al suelo.

¿Dónde está? Demonios, ¿dónde?

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora