Capítulo XXXIII

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Dicen que las cosas pasan por algo.

¿En serio debería de ser así?

Si a Jungkook le hubiesen propuesto retroceder cinco años, no sabría si aceptar un nuevo presente. Y es que revertir el tiempo implicaba tantos detalles que sería incierto lo que vendría.

Y realmente lo habría pensado mejor.

Una punzada recayó en sus sienes seguida de otra punzada. Apretó los párpados, jadeando un poquito como una queja incompleta, el dolor en sus articulaciones sumándose a ello y debía ser cuestión de su imaginación, realmente esto no debía pasar, pero Jungkook no podía moverse, ni siquiera un centímetro.

Oh Dios.

—Shh, ya está despertando.

La voz de Seokjin jamás fue tan dulce.

Aspiró prolongadamente por la nariz y exhaló despacio, la presión en su pecho sintiéndose como miles de piedras.

Se quejó poquito desde la garganta, abriendo los ojos con lentitud y el techo blanco acaparó su campo visual, el aroma a su alrededor siendo casi neutro, pero con un sutil olor a alfa.

—¿Cómo se siente, jefe Jeon? —Bogum le preguntó con tranquilidad, sentado a su par en una de las sillas de bronce.

Pero el omega lo ignoró, tratando de enderezarse con un dolor incesante en las articulaciones, su cabeza siendo un torbellino. Más la mano del doctor le hizo mirarlo con desconcierto, la presión haciendo que se acueste nuevamente.

—No se levante, necesita reposo absoluto por dos semanas, podría colapsar otra vez.

¿Qué?

Su expresión fue de desconcierto puro.

—¿De qué estás hablando? —Jungkook preguntó, con el corazón a punto de salirse de su pecho. El alfa apretó los labios, carraspeando antes de hablar.

—Está encinta.

El omega enmudeció.

—Tiene cuatro semanas exactas —Bogum continuó—. Realicé un ultrasonido; se ve un pequeño saco y el embrión tiene el tamaño de una arveja. Esperemos hasta la semana siete, quizás podamos ver más.

Oh Diosa Luna.

Llevó las manos a su vientre, una pequeña sonrisa dibujándose en sus labios.

No debía adelantarse, ni alegrarse del todo. Nada estaba asegurado para la gestación de este cachorro. Dios, ¿qué pasaría? ¿Qué esperaba?

Y entonces recordó todo.

Taehyung; su origen, su linaje.

¿Por qué de entre todos los alfas tenía que compartir sangre con Jihoo?

El corazón dolía tanto; tanto que las lágrimas amenazaron con aparecer y en eso percibió un aroma familiar, con Seokjin acercándose de inmediato.

—Jungkook... —el omega murmuró despacio, sentándose al borde de la cama y el omega jadeó con un nudo en la garganta al sentir los dedos ajenos acariciando gentilmente su cabello—. Todos buscaremos una solución, la mejor a la que puedas acceder, ¿si? Estamos trabajando en ello.

Pero el tiempo corría en su contra.

Mientras Seokjin le secaba una lágrima, un par más bajaban por las esquinas de sus ojos.

Su respiración se volvió impaciente, sin saber cómo controlar esa sensación en su pecho. Quizás era el entorno, tal vez la esencia, o quizás el cachorro que empezaba a formarse en su interior.

UN ESCLAVO PARA JEON | KTH&JJK [En Emisión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora