Starboy

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Craig

Tenía diez años de nuevo.

Aún recuerdo mi mentalidad a esa edad, aparentaba no tener sentimientos, me juntaba con las mismas personas de siempre y estaba al margen de todo lo bueno, era un persona gris, comencé a meterme en peleas para poder sentir dolor como una especie de castigo, supongo.

Pero yo no quería ser gris, por así decirlo, quería ser azul.

El día de mi cumpleaños llegué a mi casa del colegio, nadie me había felicitado, ni siquiera Token, Clyde ni Jimmy ya que nunca les dije que día era, al llegar todo estaba normal, mi hermana tirada en el sofá.

- Felicidades.- me miró para luego sacarme el dedo del medio.

Hice lo mismo y serio fui a mi habitación, al llegar vi un regalo en la cama, miré a mi alrededor y lo abrí.

Recuerdo el cosquilleo por todo mi cuerpo cuando vi ese casco de astronauta, era casi el mismo cosquilleo que siento cuando veo a Tweek.

- ¿te gusta?- preguntó mi madre en la puerta de la habitación, yo solo me lo puse y le miré.- me alegro, felicidades.- dicho eso se fue cerrando la puerta detrás de ella.

Deshice mi cama y puse la colcha en el suelo, comencé a saltar y simular que estaba en el espacio, agarré a Stripe y lo puse conmigo.

- Shhhhh.- simulé pisadas espáciales.

Acabé por montarme una historia sobre un chico que llegaba al espacio y tenía que derrotar a los extraterrestres cobaya que querían invadir la tierra, fueron cuatro horas.

En esos tiempos yo ya daba por seguro que sería astronauta, pensaba que era fácil, que simplemente tenía que llegar a la NASA y que me hicieran una entrevista, pero no.

No tenía mucho tiempo en investigar sobre el espacio cuando unas niñas asiáticas comenzaron a hacer yaoi sobre mi y Tweek, que para ese entonces para mi él solo era Tweek Tweak el niño loco predicador del fin del mundo, a veces pensaba en lo divertido que debería ser jugar con él a apocalipsis y esas cosas.

A los doce me di cuenta de que era bastante más difícil ser astronauta, que tenía que aprobar con excelente materias que ya daba por perdidas, así que sin que nadie se diera cuenta, subía cada noche al tejado de mi casa y lloraba por ese sueño platónico y frustrado que tanto amaba, mientras miraba la luna y las estrellas.

Pasé de curso y traté de entenderlo todo a la primera, pero me fue imposible, tuve muchos tutores y recuerdo mi primer examen de matemáticas con excelente, los profesores se pensaron que había copiado y me hicieron repetirlo delante de ellos, otro excelente.

Volví a pasar de curso pero esta vez me aseguré de haber pasado con excelente todas las materias requeridas para ser astronauta, fue un gran alivio ver mis notas pero hubo un problema, mis amigos ya no eran mis amigos, estuve tan centrando en estudiar que ya no salía con ellos, ignoraba sus llamadas y era un completo capullo, aún que con un poco de esfuerzo y quitándome un poco de dignidad, logré recuperarlos en verano.

A día de hoy aún tengo ese sueño, mis padres no saben nada de que en realidad no es solo un sueño sino que quiero que sea una realidad, me dicen que ya soy muy major para seguir con eso, pero necesito ver sus caras al darse cuenta de que estaban equivocados.

Traté de explicarles sobre el espacio, una y otra, y otra, y otra vez pero nada surgía, por eso, cuando Tweek me preguntó, sentí que mi sueño, el que tanto me había costado seguir, el que casi me arruina mi estatus social y familiar, el que me obligó a estar despierto día y noche, llorar y deprimirme, al fin, era posible.

Y todo por qué un día cualquiera, un chico rubio al que una vez odié, me hizo una simple pregunta, que para mi, lo cambiaría todo.

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