Feliz cumpleaños, Tweek

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Tweek

Vi a Craig sonreírme por la ventana mientras mis padres miraban si tenía algún daño, cosa que sí tenía debido a la montaña y la pelea.

- Dios mío, Tweek Tweak, ¡¿esto es un chupetón?!- gritó mi madre.

- ¡¿Qué?! ¡No!- grité.

- ¿ese chico te ha violado?- preguntó mi padre mientras mi madre comenzaba a llorar.

Que esto acabe ya.

- No, me hice daño, eso es todo, solo... me caí.- mentí.

- Sea lo que sea no quiero que lo vuelvas a ver.- dijo mi madre y entre los dos me llevaron al coche patrulla que nos llevó a casa.

Al llegar corrí a mi habitación y me encerré en ella, la visualicé y me di cuenta de que la odiaba, estaba llena de vasos de café vacíos y cosas tiradas por el suelo.

Comencé a ordenar todo y redistribuir los muebles hasta que me gustaron en la posición, al buscar me encontré pintura amarilla de un proyecto que tuve que hacer hace años, casi no quedaba pero fue la suficiente como para dibujar un sol en mi pared, ya que en la habitación de Craig había una luna en una de las paredes, al menos quería tener algo que me recordara a él.

Después de eso toda mi habitación olía a pintura y pensaba que moriría intoxicado pero a la vez sentía que valía la pena.

Taché los días que habían pasado en mi calendario y me percaté de que quedaba solo una hora para mi cumpleaños.

- No me había dado cuenta de que faltara tan poco...- dije para mi mismo.

Fui a escribir a Craig pero al poner la contraseña de mi teléfono me decía que era incorrecta.

- ¡Oh Jesucristo!- fui corriendo a la planta baja y acusé a mis padres.

- ¿no es genial?- habló mi padre.- podemos ver lo que haces en tu teléfono desde este ordenador y cambiar lo que nos de la gana.

- ¡¿QUE?!- grité tirándome del pelo y miré a mi madre.

- Solo queremos protegerte.- dijo ella.

Al final acabé por arrancarme el pelo que estiraba, fui corriendo a mi habitación y apagué todas las luces, cerré corriendo la puerta con todos los pestillos que tenía y me puse en una esquina sin poder respirar.

Entonces me di cuenta, tenía un ataque de pánico.

Me agarré del pecho y comencé a llorar, grité tan fuerte que mis padres comenzaron a aporrear la puerta gritando que les dejara entrar.

Yo seguía gritando y llorando, frustrado de mi familia, queriendo alejarme de ellos todo lo posible, me levanté mareado y busqué lo que juré nunca más volver a buscar, pero no lo encontré, así que agarré una taza de café que tenía y la partí en el suelo, así ensangrentando tanto mis brazos que ya solo se veía sangre.

- ¡¿TWEEK?! ¡ABRE LA PUERTA SOLO QUEREMOS AYUDAR!- gritó mi madre.

- ¡HE LLAMADO A LA POLICÍA, TWEEK!- gritó mi padre.

Yo miré la puerta incrédulo ¿era en serio? ¿En serio arruinarían todo aún más? ¿Eso era ya posible a este punto?

Miré mi ventana y me subí al escritorio que había debajo de ella, la abrí y escuché mi reloj pitar, ya eran las doce.

Feliz cumpleaños, Tweek

Estaba a punto de saltar a lo que seguramente habría sido el vacío cuando la puerta se abrió, así entrando la policía quedándose perpleja por la escena.

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