THE WALKING DEAD

13

De camino a la carretera el grupo escuchó un ruido de entre los árboles, de pronto apareció una chica montada a caballo.

-¡Lori, Lori Grimes! -Llamó la chica.

-Soy yo. -Dijo ella.

-Debes venir conmigo, han disparado a Carl.

Lori sin pensarlo dos veces subió al caballo, la chica nos indicó el camino hacía su casa y el resto del grupo volvimos con Dale y Carol para contar lo ocurrido.

-No podemos irnos. -Dijo Carol. -Y si Sophia regresa.

-Entonces déjale un mensaje. -Propuse yo.

-Yo me quedo preparándolo todo. -Se ofreció Daryl.

Los demás coincidieron, me sentía preocupada por Carl, no sabía si estaba bien.

-Yo te ayudo a buscar provisiones. -Le dije a Daryl.

-Vamos. -Me dijo él en español, cosa que me sorprendió.

Daryl y yo nos pusimos a buscar comida y agua, hasta que él rompió el silencio.

-¿Te has cambiado la camiseta? -Me preguntó.

-Sí, ¿te gusta?

-Te sientes identificada con los minions por lo que veo. -Dijo intentando ser gracioso.

Al mirarle la cara pude observar que tenía la nariz manchada y por alguna razón aquello me hizo gracia y comencé a reír, ahora mismo parecía un niño ante mis ojos.

-¿Qué es lo que te parece tan gracioso?

-No, nada, es que tienes la nariz algo sucia. -Reí.

Daryl me miró entre molesto y divertido.

-Siéntate en el capó y espera ahí. -Le pedí dulcemente.

Él me obedeció sin rechistar, cosa que me resultó extraña pero fue agradable al mismo tiempo, dentro de un coche y gracias a un golpe de suerte encontré unas toallitas de bebé que resultaron estar húmedas, volví dónde Daryl y me acerqué a su cara, él se echó hacía atrás, algo que por alguna razón me hizo sentir extraña.

-¿Qué haces? -Me preguntó él algo tenso.

-Sólo voy a limpiarte, relájate.

-Puedo hacerlo solo.

-Anda no seas así, deja que te ayude.

Finalmente accedió y en silencio comencé a limpiarle el rostro, estando a tan solo a pocos centímetros pude apreciar el precioso azul mar de sus ojos, ambos conectamos nuestras miradas, y cómo si el tiempo se detuviera, por un breve instante no me importó nada más que él, que yo, que nosotros, por un breve instante por mi mente cruzó el pensamiento de besarle, estábamos solos, pero la voz de Glenn nos interrumpió.

-Chicos. -Dijo Glenn para después callarse durante un breve instante. -Oh, lo siento...

-¿Qué ocurre, Glenn? -Pregunté con suavidad.

-Ya hemos dejado la nota para Sophia, podemos irnos.

-Está bien, vamos.

Los tres regresamos con el resto del grupo y lo poco que pudimos encontrar lo guardamos en la caravana de Dale, dónde también preparamos el interior para poder dormir.

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