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Taeyong siente su cuerpo impactar contra el suave material del colchón. Jadea, abre los ojos y sentir unas manos en sus caderas le hace regresar a la realidad.
Su rostro está pegado a la almohada, una mano en su nuca se asegura de ello. Él se remueve, pero se siente como un muñequito maleable.
Se siente como un pequeño conejito en brazos de un lobo. En los brazos de Nakamoto Yuta.
Demonios, qué le pasa. Su cuerpo no reacciona, es como si una parte de él le dijera que estaba mal, que lo empujara y se alejara, que huyera.
Pero estaba esta otra que solo le decía que se pegara al gran cuerpo tras él.
Y esa es la que gana.
Taeyong deja sus brazos laxos agarrados a la almohada. El chico detrás de él, pasa sus manos por sus caderas, acaricia.
El contacto de su piel se siente frío, hace que su cuerpo tiemble levemente. Escucha la risa del chico. Muy cerca.
Sus manos se arrastran por toda su espalda, y envía escalofríos por todo su cuerpo. Taeyong siente un tirón en su intimidad. El contacto se extiende hasta terminar en su trasero.
Sus manos ahuecan con suavidad al inicio, y luego aprieta hasta hacerlo doloroso.
Taeyong intenta quejarse, pero las palabras se quedan en el aire cuando él levanta su camisa y sus labios rozan la piel de su espalda baja.
Taeyong arquea sus caderas.
Su húmeda lengua recorre toda la zona con parsimonia.
—Ah...
Taeyong muerde sus labios. ¿Qué está haciendo?.
Sus amigos deben estar buscándolo, tal vez afuera. Conociendo a Donghyuck es capaz de llamar a la policía. Y, como si lo adivinara, su teléfono suena en el bolsillo de su pantalón en ese momento.
Taeyong estira su mano como puede para sacarlo, pero Nakamoto lo agarra primero. Mira el contacto y lo acerca a Taeyong, él coge la llamada y le coloca el aparato en su oído.
—Dile que te fuiste a casa. —Susurra, mientras su mano desabrocha el botón de su pantalón y baja la cremallera. Taeyong se queda sin aire cuando Yuta acaricia su miembro por encima de la tela del bóxer.
Y él asiente, sumiso.
—Taeyong, ¿Dónde demonios estás? ¿Por qué no respondes el maldito celular?.
Yuta sonríe un poco ante la mención de demonio. Irónico, justo en eso está Taeyong.
Taeyong reprime el impulso de gritar cuando siente una mano acariciar su trasero por debajo de la ropa. Piel con piel.
